03-19-2017, 08:14 PM
(This post was last modified: 03-19-2017, 08:16 PM by DarkAurion98.)
(Sabes? Le pedí a un amigo mio que me dibujara como fauno. Nada sexual, solo como referencia. Sin embargo, se demorara mucho, pero esta historia me hizo desear eso. Creo que es genial) :)
Rheiki estaba sorprendido por decir poco. Su prístino pequeño, nunca antes marcado por alguien, engullía su enorme miembro con facilidad y gran destreza. Gruñidos de complacencia escapaban a su garganta mientras un exquisito cosquilleo provenía de sus cuernos. Aun más complacido se sintió cuando Unai, sin la mas mínima pizca de temor o asco adentro perfectos labios en su culo, disfrutando del potente aroma. - Que bien lo haces mi niño. Podría jurar que eres un experto - decía entre risas. Sus bolas colgaban orgullosas mientras precursores de esperma manchaban la cara del pastorcillo. Para cualquier otro omega cercano, el olor hubiese sido suficiente para hacerlo implorar la semilla del fauno. Para cualquier beta, el aroma de los enamorados hubiera sido pestilente y desagradable. Para cualquier alfa, la unión de los dos despertaría furia y lucha a muerte. Pero nadie se acerco, únicamente la luz de un sol moribundo, una luna naciente. Y por supuesto la fuerte marca dorada del emisario de Pan.
Cuando su cabrito reposo la espalda, Rheiki lamió sus labios al notar el liquido vital de los rosados pezones, peleando el protagonismo contra la erecta (y no pequeña), mojada verga del chico. - También te deseo mi vida. Mírate, todo mojado y en celo para tu alfa, como una buena hembra - La ultima parte fue una traviesa broma, que en vez de risas solo causo una respiración mas agitada entre los dos. La hambrienta boca del macho asalto las fuentes del néctar, chupando y jalando a su gusto. - Voy a saciar tus ansias. Voy a despojarte de tu virginidad en la forma más pura mi cielo. Llenare tu vientre con mi semilla, cargaras a nuestros retoños - rugía jadeante Rheiki, alternando entre besos y mordidas. Dibujo un camino con su saliva para dominar completamente. Su lengua empezó cortejando la oreja derecha de Unai, pasando a su cuello. Luego, sus tetillas quedaron completamente limpias y maltratadas. Al final de tan lujurioso sendero, fauno engullo sin problema alguno el miembro del chico.
Un sabor salado llevo sus sentidos al limite, haciendo que una pequeña carga seminal saliera disparada, cubriendo las piernas del chico. - Dime Unai, dime cuanto deseas ser mi cabrito. Cuanto deseas ser madre. Dilo mi vida! - Grito segado por la felicidad.
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Rheiki estaba sorprendido por decir poco. Su prístino pequeño, nunca antes marcado por alguien, engullía su enorme miembro con facilidad y gran destreza. Gruñidos de complacencia escapaban a su garganta mientras un exquisito cosquilleo provenía de sus cuernos. Aun más complacido se sintió cuando Unai, sin la mas mínima pizca de temor o asco adentro perfectos labios en su culo, disfrutando del potente aroma. - Que bien lo haces mi niño. Podría jurar que eres un experto - decía entre risas. Sus bolas colgaban orgullosas mientras precursores de esperma manchaban la cara del pastorcillo. Para cualquier otro omega cercano, el olor hubiese sido suficiente para hacerlo implorar la semilla del fauno. Para cualquier beta, el aroma de los enamorados hubiera sido pestilente y desagradable. Para cualquier alfa, la unión de los dos despertaría furia y lucha a muerte. Pero nadie se acerco, únicamente la luz de un sol moribundo, una luna naciente. Y por supuesto la fuerte marca dorada del emisario de Pan.
Cuando su cabrito reposo la espalda, Rheiki lamió sus labios al notar el liquido vital de los rosados pezones, peleando el protagonismo contra la erecta (y no pequeña), mojada verga del chico. - También te deseo mi vida. Mírate, todo mojado y en celo para tu alfa, como una buena hembra - La ultima parte fue una traviesa broma, que en vez de risas solo causo una respiración mas agitada entre los dos. La hambrienta boca del macho asalto las fuentes del néctar, chupando y jalando a su gusto. - Voy a saciar tus ansias. Voy a despojarte de tu virginidad en la forma más pura mi cielo. Llenare tu vientre con mi semilla, cargaras a nuestros retoños - rugía jadeante Rheiki, alternando entre besos y mordidas. Dibujo un camino con su saliva para dominar completamente. Su lengua empezó cortejando la oreja derecha de Unai, pasando a su cuello. Luego, sus tetillas quedaron completamente limpias y maltratadas. Al final de tan lujurioso sendero, fauno engullo sin problema alguno el miembro del chico.
Un sabor salado llevo sus sentidos al limite, haciendo que una pequeña carga seminal saliera disparada, cubriendo las piernas del chico. - Dime Unai, dime cuanto deseas ser mi cabrito. Cuanto deseas ser madre. Dilo mi vida! - Grito segado por la felicidad.
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