- Tú también tienes un hermano? le respondió Unai, espero que no se parezca a mi hermanastro.
Cuando escuchó la melodía que el fauno hizo sonar de aquella flauta, se estremeció. Nunca antes había oído algo semejante.... de nuevo, volvió esa especie de fiebre que encendía sus sentidos.
Era una música que invitaba a la alegría, a la pasión, a disfrutar de la vida..
- Uff, es una pasada lo bien que tocas esa flauta. Eres un verdadero artista, Rheiki. Me encantó esa tonada.
Y de repente, ese olor, ese aroma que despedía el fauno y que a Unai le hacía entrar en una especie de subspace sin poder explicarse aún por qué experimentaba esas sensaciones tan extrañas. El pastorcillo no era consciente de que la presencia del fauno le provocaba entrar de algún modo en una especie de "celo animal".
Unai no había tenido contacto íntimo con ningún ser humano, no sabía qué le estaba sucediendo en aquellos momentos. Sólo sabía que se sentía muy bien en compañía de su "nuevo amigo".
- Rheiki ¿me enseñarás algunos secretos ocultos del bosque? mi madre siempre me dice que tenga mucho cuidado con la raíz de la mandrágora, que ni tan siquiera la toque con los dedos ni la mire si sale a la superficie de la tierra.
El fauno no se dio cuenta que al cambiar de postura. el taparrabos se escurrió entre sus velludos muslos dejando asomar uno de sus abultados testículos. Unai quedó turbado por aquella visión "son casi tan grandes como los de un potro" dijo para sí mismo y se ruborizó al compararlos mentalmente con los suyos. La naturaleza le hablaba al oído sin herirle... "ser sumiso no significa que seas débil sino simplemente que él es más fuerte. El es orden de las cosas, la jerarquía natural y sus leyes". Unai estaba escuchando sin darse cuenta a su propia voz interior, descubriendo su verdadera naturaleza: la adoración y admiración al Macho Alfa.
Esta vez sí fue capaz de mirar a los ojos del fauno. Quedó hipnotizado por la belleza que transmitían esos ojos verdes... luego, inclinó la cabeza.
Cuando escuchó la melodía que el fauno hizo sonar de aquella flauta, se estremeció. Nunca antes había oído algo semejante.... de nuevo, volvió esa especie de fiebre que encendía sus sentidos.
Era una música que invitaba a la alegría, a la pasión, a disfrutar de la vida..
- Uff, es una pasada lo bien que tocas esa flauta. Eres un verdadero artista, Rheiki. Me encantó esa tonada.
Y de repente, ese olor, ese aroma que despedía el fauno y que a Unai le hacía entrar en una especie de subspace sin poder explicarse aún por qué experimentaba esas sensaciones tan extrañas. El pastorcillo no era consciente de que la presencia del fauno le provocaba entrar de algún modo en una especie de "celo animal".
Unai no había tenido contacto íntimo con ningún ser humano, no sabía qué le estaba sucediendo en aquellos momentos. Sólo sabía que se sentía muy bien en compañía de su "nuevo amigo".
- Rheiki ¿me enseñarás algunos secretos ocultos del bosque? mi madre siempre me dice que tenga mucho cuidado con la raíz de la mandrágora, que ni tan siquiera la toque con los dedos ni la mire si sale a la superficie de la tierra.
El fauno no se dio cuenta que al cambiar de postura. el taparrabos se escurrió entre sus velludos muslos dejando asomar uno de sus abultados testículos. Unai quedó turbado por aquella visión "son casi tan grandes como los de un potro" dijo para sí mismo y se ruborizó al compararlos mentalmente con los suyos. La naturaleza le hablaba al oído sin herirle... "ser sumiso no significa que seas débil sino simplemente que él es más fuerte. El es orden de las cosas, la jerarquía natural y sus leyes". Unai estaba escuchando sin darse cuenta a su propia voz interior, descubriendo su verdadera naturaleza: la adoración y admiración al Macho Alfa.
Esta vez sí fue capaz de mirar a los ojos del fauno. Quedó hipnotizado por la belleza que transmitían esos ojos verdes... luego, inclinó la cabeza.