03-11-2017, 07:16 PM
- Ey, ey colega, no te dejare. Hoy creamos un vinculo que no quiero romper - susurro Rheiki agachándose y tomando en sus brazos esa hermosa, sonrojada, redonda cara. -Ademas, si lo hiciera, quien me ayudaría a coger las más dulces manzanas eh? - Eso le robo una sonrisa a los dos.
Cuando escucharon al hombre, el fauno abrazo a su amigo aun mas fuerte. - No sera difícil encontrarme pequeño. Me quedare cerca e intentare visitarte todos los días, vale? En el riachuelo - Eso calmo al pastorcillo, su mirada valiendo más que las gemas preciosas usadas por reyes. El viento ayudo a esparcir ese casto olor de nuevo, dejando al macho en las nubes.
- Cuidate dulce principe - Susurro.
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No se alejo mucho el alfa, recibiendo el brillo de la luna con la granja aun en la distancia. Afortunadamente la noche no lo atrapo solo. Un grupo de humanos, elfos y centauros viajeros se cruzaron con el y lo aceptaron en su campamento improvisado, aprovechando sus direcciones para la zona y disfrutando la suave música naciente en su flauta.
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Medianoche. Rheiki no puede dormir bien. En sus sueños hay una magnifica figura masculina, danzando acostada entre sabanas rojas y frondosos campos de trigo. No puede ver su cara, pero el trasero desnudo de ese espejismo sin duda estremece al macho. Un rosado agujero, coqueto, pequeño, en lubricación natural para recibir la fuerza de una verga dominante se acerca a el. De pronto, la realidad...
Sin más problema se levanto, alejándose un poco de las carpas en total sigilo. Sonrió un poco al ver el largo miembro de un centauro dando pequeños saltos, claramente inmerso también en sueños eróticos. - Espero no lo encuentren así mañana. Tendría mucho que explicar - pensó.
Apoyándose en un árbol, pudo ver con mas detenimiento como su propio pene se erguía furioso bajo el cobertor, dejando largas gotas de liquido pre seminal fluir hasta el suelo. Sentía también sus bolas calientes a pesar del frió, pesadas e incluso sudorosas. El fauno no encentro más remedio que masturbarse, jadeando y pensando en el por que de todo esto. Su denso semen marco el tronco del árbol, acompañado de un callado gruñido. Como si fuera poco, el varón orino (muy a gusto) en el césped cercano, instintos gritándole en el oído para marcar territorio. El chorro dorado cayó caliente, con larga duración, dando la impresión de liberar calor visible.
- Bueno, esto es nuevo -
Cuando escucharon al hombre, el fauno abrazo a su amigo aun mas fuerte. - No sera difícil encontrarme pequeño. Me quedare cerca e intentare visitarte todos los días, vale? En el riachuelo - Eso calmo al pastorcillo, su mirada valiendo más que las gemas preciosas usadas por reyes. El viento ayudo a esparcir ese casto olor de nuevo, dejando al macho en las nubes.
- Cuidate dulce principe - Susurro.
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No se alejo mucho el alfa, recibiendo el brillo de la luna con la granja aun en la distancia. Afortunadamente la noche no lo atrapo solo. Un grupo de humanos, elfos y centauros viajeros se cruzaron con el y lo aceptaron en su campamento improvisado, aprovechando sus direcciones para la zona y disfrutando la suave música naciente en su flauta.
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Medianoche. Rheiki no puede dormir bien. En sus sueños hay una magnifica figura masculina, danzando acostada entre sabanas rojas y frondosos campos de trigo. No puede ver su cara, pero el trasero desnudo de ese espejismo sin duda estremece al macho. Un rosado agujero, coqueto, pequeño, en lubricación natural para recibir la fuerza de una verga dominante se acerca a el. De pronto, la realidad...
Sin más problema se levanto, alejándose un poco de las carpas en total sigilo. Sonrió un poco al ver el largo miembro de un centauro dando pequeños saltos, claramente inmerso también en sueños eróticos. - Espero no lo encuentren así mañana. Tendría mucho que explicar - pensó.
Apoyándose en un árbol, pudo ver con mas detenimiento como su propio pene se erguía furioso bajo el cobertor, dejando largas gotas de liquido pre seminal fluir hasta el suelo. Sentía también sus bolas calientes a pesar del frió, pesadas e incluso sudorosas. El fauno no encentro más remedio que masturbarse, jadeando y pensando en el por que de todo esto. Su denso semen marco el tronco del árbol, acompañado de un callado gruñido. Como si fuera poco, el varón orino (muy a gusto) en el césped cercano, instintos gritándole en el oído para marcar territorio. El chorro dorado cayó caliente, con larga duración, dando la impresión de liberar calor visible.
- Bueno, esto es nuevo -