03-11-2017, 11:14 PM
(Sí, sin problemas. Puedes incluir flatulencias o lo que te motive para sentirte lo más poderoso y estimulado. A mí también me tienes adicto a ti...) ;)
Unai estaba perdido en sus pensamientos, no entendía por qué el mundo y su familia estaba en contra de su felicidad. Hasta que conoció al Fauno pensaba que los abrazos y besos de su madre y parientes cercanos era algo agradable y hermoso, a veces, soñaba con alguien a quien besar pero sólo imagina una sombra sin rostro, una silueta sin sexo definido, una presencia casi etérea. Pero desde hacía un día sentía la necesidad de abrazar y recibir abrazos, probar el sabor oscuro de los besos.. ¿en qué consistía esta enfermedad que más que doler le hacía desear lo que no tenía, echar en falta a alguien que no tienes a tu lado?
De repente se cruzó la imagen de Rheiki en su mente... ¿por qué pienso constantemente en él? a quien echo en falta es a él, es él a quien no tengo - se dijo a sí mismo- "quiero estar junto a mi amigo". Estoy "enfermo" de Rheiki, eso es lo que me ocurre..
Vio a Belver pasar a unos metros de distancia y para evitar encontrarse con él fue a refugiarse en un lugar apartado de la mirada de todos.
Sólo sentía ganas de llorar y liberar a través de las lágrimas el dolor que le causaba la ausencia de su amigo.
No vio acercarse a Rheiki porque la falta de su olor no le anunció su cercanía. Sintió que alguien le rodeaba con sus brazos por la espalda. Se sobresaltó pero unas fuertes manos le taparon la boca justo a tiempo para sofocar sus gritos.
Su amigo le calmó, le hizo ver que estaba allí con él y que había recibido su llamada. Rheiki tenía sujeto al omega por la espalda y sintío cómo el corazón del pastorcillo latía con fuerza.
- SHhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Unai giró su cuerpo y no pudo resistir la tentación de abrazar a su amigo. Tenía la cabeza y la vista baja porque sentía vergüenza de mostrar sus lágrimas al Alfa. Para evitar mostrarse tan sensible y vulnerable a su amigo, comenzó a hablar sin parar:
- Perdóname, Rheiki... no me sucede nada ¿sabes? creo que esa un simple resfriado, el otro día debí coger frío je je... pero no soy un chico débil ni nada de eso, eh? sólo que hoy estoy enfermito y.. y.. no me han dejado, bueno, yo no he ido al arroyo para no resfriarme más.. pero me he acordado mucho de ti y te he echado mucho de menos.. (Se ruborizó porque pensó que no debía haber dicho esto último) Bueno, los amigos se echan en faltan y es normal que quieran estar juntos para divertirse y tal... no?
Los ojos verdes del Fauno le resultaban a Unai más hermosos que nunca. La sombra de sus largas pestañas oscuras, el cabello oscuro con un brillo casi azulado, ese rostro perfectamente ribeteado por una barba ligera y suave que Unai aún no había tocado pero que deseaba acariciar porque él era barbilampiño y no tenía nada de vello en su cuerpo. Al chico le fascinaba que su amigo tuviese tanto vello corporal sobre todo desde la cintura hacia abajo.
Unai no tuvo más remedio que sonreír a su amigo, lo hizo de la manera más delicada y sincera del mundo... le pestañearon algunas gotas - esta vez de pura emoción - en aquellos ojos claros y luminosos.
- Me alegro mucho, mucho, mucho, de que estés aquí conmigo. - dijo en voz muy baja casi en un susurro.
Unai estaba perdido en sus pensamientos, no entendía por qué el mundo y su familia estaba en contra de su felicidad. Hasta que conoció al Fauno pensaba que los abrazos y besos de su madre y parientes cercanos era algo agradable y hermoso, a veces, soñaba con alguien a quien besar pero sólo imagina una sombra sin rostro, una silueta sin sexo definido, una presencia casi etérea. Pero desde hacía un día sentía la necesidad de abrazar y recibir abrazos, probar el sabor oscuro de los besos.. ¿en qué consistía esta enfermedad que más que doler le hacía desear lo que no tenía, echar en falta a alguien que no tienes a tu lado?
De repente se cruzó la imagen de Rheiki en su mente... ¿por qué pienso constantemente en él? a quien echo en falta es a él, es él a quien no tengo - se dijo a sí mismo- "quiero estar junto a mi amigo". Estoy "enfermo" de Rheiki, eso es lo que me ocurre..
Vio a Belver pasar a unos metros de distancia y para evitar encontrarse con él fue a refugiarse en un lugar apartado de la mirada de todos.
Sólo sentía ganas de llorar y liberar a través de las lágrimas el dolor que le causaba la ausencia de su amigo.
No vio acercarse a Rheiki porque la falta de su olor no le anunció su cercanía. Sintió que alguien le rodeaba con sus brazos por la espalda. Se sobresaltó pero unas fuertes manos le taparon la boca justo a tiempo para sofocar sus gritos.
Su amigo le calmó, le hizo ver que estaba allí con él y que había recibido su llamada. Rheiki tenía sujeto al omega por la espalda y sintío cómo el corazón del pastorcillo latía con fuerza.
- SHhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Unai giró su cuerpo y no pudo resistir la tentación de abrazar a su amigo. Tenía la cabeza y la vista baja porque sentía vergüenza de mostrar sus lágrimas al Alfa. Para evitar mostrarse tan sensible y vulnerable a su amigo, comenzó a hablar sin parar:
- Perdóname, Rheiki... no me sucede nada ¿sabes? creo que esa un simple resfriado, el otro día debí coger frío je je... pero no soy un chico débil ni nada de eso, eh? sólo que hoy estoy enfermito y.. y.. no me han dejado, bueno, yo no he ido al arroyo para no resfriarme más.. pero me he acordado mucho de ti y te he echado mucho de menos.. (Se ruborizó porque pensó que no debía haber dicho esto último) Bueno, los amigos se echan en faltan y es normal que quieran estar juntos para divertirse y tal... no?
Los ojos verdes del Fauno le resultaban a Unai más hermosos que nunca. La sombra de sus largas pestañas oscuras, el cabello oscuro con un brillo casi azulado, ese rostro perfectamente ribeteado por una barba ligera y suave que Unai aún no había tocado pero que deseaba acariciar porque él era barbilampiño y no tenía nada de vello en su cuerpo. Al chico le fascinaba que su amigo tuviese tanto vello corporal sobre todo desde la cintura hacia abajo.
Unai no tuvo más remedio que sonreír a su amigo, lo hizo de la manera más delicada y sincera del mundo... le pestañearon algunas gotas - esta vez de pura emoción - en aquellos ojos claros y luminosos.
- Me alegro mucho, mucho, mucho, de que estés aquí conmigo. - dijo en voz muy baja casi en un susurro.