[DarkAurion98]

Rheiki dejo que los impulsos sexuales de Unai sellaran su destino, perdiendo la razón con cada centímetro de verga que entraba en el omega. A pesar de la latente culpa, el macho no podía evitar sentir cierto placer atestiguando el dolor y los esfuerzos del pastoricillo por acomodarse. Consentir su cuello mientras su miembro violaba la virginal entrada fue un éxtasis en si mismo. El alfa imaginaba a su "colega" caminando con un curvado abdomen, cargando a sus hijos, dejándose besar, inseminar. Disfrutando de los olores de su dominante, desde el sudor acumulado en sus pesadas bolas hasta la pestilente marca de su ano.

Sin duda alguna, Rheiki ansiaba devorar a este inigualable espécimen, pero nunca ignorando la agradable sensación en lo profundo de su ser que tantas sonrisas le causaba. Ese sentimiento de que este joven del campo, seria su compañero al envejecer. Aunque, por ahora...

- Si? Te gusta mi verga cabrito mio? Me alegro, porque a mi me encanta tu culito. Es como si fuera hecho solo para mi, amor. Quiero pintarlo de blanco por dentro - Dijo entre gemidos, ignorando el sudor y saliva que caían sobre su amado. Pensar se hacia cada vez mas difícil, embestirlo con sus masivas gónadas se volvía mas fácil. Fue entonces cuando llegaron a un punto de quiebre.

- Preséntate como el omega que eres. - Ordeno Rheiki al voltear a Unai, su falo usado y baboso apuntando hacia suelo fértil. Aprovecho dicha pausa para liberar un atractivo chorro de orina, masajeando sus colgantes y lanzando una mirada lasciva en dirección del humano. Sabia que el carrier sentiría calambres al no tener verga alguna en su canal, pero quería verlo retorcerse en lujuria por unos cortos instantes. Siguiendo este curso, la posición que sobrevino habría dejado en vergüenza a las mas fervientes parejas de la región. Fauno se monto encima de su sumiso, apoyando imponentes pezuñas a lado y lado. Su furioso pene se introdujo de nuevo en la fruta prohibida, bolas azotando con el movimiento, retaguardia peluda y orgullosa, yendo de arriba abajo con cada embestida. Sentía como las entrañas del pequeño abrazaban su miembro con necesidad, inflando el ego del flautista. - Claro que te daré con fuerza omega mio. You will be my wife from now on, your faun will make sure you feel this every night - Pronuncio recordando la ascendencia nórdica de su bello cabrito.

Siguieron gritos y suplicas, el emisario de Pan perdido en su frenesí, sintió como su carnoso glande chocaba con la entrada del útero de su sumiso. Sin resistirse más, lo inevitable paso. Un sonoro alarido de grave tono retumbo por el bosque, fauno tirando su cabeza hacia atrás al vaciar su garganta y testículos. Un ininterrumpido chorro de espeso semen baño las antes castas paredes del omega, con gran presión infiltrándose en sus órganos reproductores.

- Eres mio Unai! Te amo! Joder cuanto te amo mi cabrito - Exclamo en voz alta, apurándose a tomar a su chico en brazos y mimarlo. Sin retirar su saciado pene, lo felicito y volteo para que quedara apoyado en su pecho. Las agitadas respiraciones se mezclaban.

- Te amo tanto mi príncipe - susurro Rheiki con un beso al cabello del granjero, gruñendo cuando aun después del clímax, otro chorro ardiente de esperma lleno al chico. - Tan cálido por dentro - suspiraba al morder cuello y orejas. - Y no creas que hemos terminado cabrito mio. Haremos el amor toda la noche. Quien sabe, tal vez mis hormonas te hagan crecer una cola - dijo riendo mientras Unai quedaba perplejo con esas ultimas palabras.

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