03-28-2017, 01:34 PM
Ver a su omega beber de su orina con gusto y determinación casi le causa al fauno una erección furiosa. Tomo a Unai con orgullo tras el amenazante discurso que dejo sus labios, besando su cuello apasionadamente, pasando su verga por el rosado agujero que con calor y fluidos lo invitaba a otro baile desenfrenado de sexo. - Mio. Solo mio - Gemía en el hombro del pastorcillo, bolas colgantes y pesadas preparándose para otra unión de cuerpos. Sin embargo, eso debería esperar un poco. Como "líder" de esta nueva familia, Rheiki se vio preocupado por la amenaza bélica de Belver, referente al desvanecido pacto entre humanos y criaturas, dando paso a la guerra. Sin embargo, el emisario de Pan no es tonto. Sabe por sus viajes que muchos humanos no se unirían a una batalla tan ilógica, donde es mas lo que pierden que lo que ganan.
Relatos y experiencias propias dan testimonio de como la libre sexualidad y el amor natural han unido a estos dos bandos en la tierra.
En los cabos del lejano sur, donde dulces ríos besan el despertar salado del mar, hermosas sirenas cautivan a hombres lastimados por comunidades crueles, dándoles una vida mejor bajo el agua y la oportunidad de una familia.
En las llanuras del oeste y suroeste, los granjeros reciben felices a grupos de centauros, quienes en noches de fiesta y gozo fecundan a las yeguas de las parcelas, creando sementales aptos para trabajos de campo. Noches en las cuales, humanos y seres con cuerpo de caballo corren, bailan y ríen juntos.
En el frió norte, manadas de hombres lobo rescatan de crueles hogares a pequeños que no conocen toque de cariño alguno. Los muerden y marcan con su semilla, convirtiéndolos y haciendo germinar en ellos cachorros que son promesa de afecto.
En el este, ninfas corren libres por el bosque, gigantes reciben a humanos y orcos en sus asentamientos, decenas de seres diferentes viven en paz.
Es por todo esto que Rheiki no se sentara a escuchar relatos tan patéticos por parte de una fallido hermanastro. Sabe que vendran rebeldes a confrontarlos, pero eso no lo asusta. Cuando llegue el momento, mostrara su dominancia, no en apareamiento, sino en puños y sangre. Mientras tanto, la pareja disfruta (algo excitada hay que admitir), como la nariz del insurgente se adentra en el pestilente agujero de Andreas, lengua tímidamente posándose en bolas de un verdadero macho.
- ¿Sabe bien Belver? Vamos, admítelo. Déjate llevar - gemía complacido el centauro, liberando flatulencias sobre su rehén.
El fauno tenia pensada una lista de castigos. Se agacho al lado del mocoso, apretando fuertemente sus bolas con una mano. - Puedes seguir con tu circo de insultos si así lo deseas ingrato, pero si aceptas nuestra marca y el amor de esta familia, te daremos el beneficio de la duda para quedarte. ¿Que dices? -
El humano no caería tan fácil. - Muérete cabra *tos* -
- Como quieras - Cuando Andreas encontró placer meándose cerca del intruso, fue el turno de alguien más para continuar la tortura. Rheiki tomo asiento en el suelo con su verga orgullosa derramando un salado jugo. A su derecha se sienta Unai con una sonrojada sonrisa, a su izquierda Ruth con una cara de felicidad. El macho comienza acariciando la cálida entrada de la mujer mientras su cabrito engulle en deleite su glande. - Que bellezas tengo aquí, solo para mi - Susurraba el fauno mientras besaba a Ruth apasionadamente.
A continuación, hizo levantar a la pareja, alternando su ancha y ferviente lengua entre el trasero oloroso e inseminado de su amante, y la deliciosa vagina de la hembra. No pasaron muchos minutos antes de que ambos sumisos alcanzaran su orgasmo y cual mofetas, expulsaran a gran velocidad jugos lubricantes sobre la cara del cornudo. Este bebió sediento, bufando y llevando a madre e hijo a sus axilas. - ¿Quien les dio permiso de apestar mi cara uh? - Dijo en broma mientras Unai y su madre reían en sus peludos brazos. - De acuerdo, mi turno - Se levanto y permitió un acalorado beso "incestuoso" al tiempo que su almizcle concentrado bañaba a los nuevo miembros de esta manada. - ¿Acaso puedes hacer esto Belver? ¿Tienes tu propia marca de macho? -
...
Relatos y experiencias propias dan testimonio de como la libre sexualidad y el amor natural han unido a estos dos bandos en la tierra.
En los cabos del lejano sur, donde dulces ríos besan el despertar salado del mar, hermosas sirenas cautivan a hombres lastimados por comunidades crueles, dándoles una vida mejor bajo el agua y la oportunidad de una familia.
En las llanuras del oeste y suroeste, los granjeros reciben felices a grupos de centauros, quienes en noches de fiesta y gozo fecundan a las yeguas de las parcelas, creando sementales aptos para trabajos de campo. Noches en las cuales, humanos y seres con cuerpo de caballo corren, bailan y ríen juntos.
En el frió norte, manadas de hombres lobo rescatan de crueles hogares a pequeños que no conocen toque de cariño alguno. Los muerden y marcan con su semilla, convirtiéndolos y haciendo germinar en ellos cachorros que son promesa de afecto.
En el este, ninfas corren libres por el bosque, gigantes reciben a humanos y orcos en sus asentamientos, decenas de seres diferentes viven en paz.
Es por todo esto que Rheiki no se sentara a escuchar relatos tan patéticos por parte de una fallido hermanastro. Sabe que vendran rebeldes a confrontarlos, pero eso no lo asusta. Cuando llegue el momento, mostrara su dominancia, no en apareamiento, sino en puños y sangre. Mientras tanto, la pareja disfruta (algo excitada hay que admitir), como la nariz del insurgente se adentra en el pestilente agujero de Andreas, lengua tímidamente posándose en bolas de un verdadero macho.
- ¿Sabe bien Belver? Vamos, admítelo. Déjate llevar - gemía complacido el centauro, liberando flatulencias sobre su rehén.
El fauno tenia pensada una lista de castigos. Se agacho al lado del mocoso, apretando fuertemente sus bolas con una mano. - Puedes seguir con tu circo de insultos si así lo deseas ingrato, pero si aceptas nuestra marca y el amor de esta familia, te daremos el beneficio de la duda para quedarte. ¿Que dices? -
El humano no caería tan fácil. - Muérete cabra *tos* -
- Como quieras - Cuando Andreas encontró placer meándose cerca del intruso, fue el turno de alguien más para continuar la tortura. Rheiki tomo asiento en el suelo con su verga orgullosa derramando un salado jugo. A su derecha se sienta Unai con una sonrojada sonrisa, a su izquierda Ruth con una cara de felicidad. El macho comienza acariciando la cálida entrada de la mujer mientras su cabrito engulle en deleite su glande. - Que bellezas tengo aquí, solo para mi - Susurraba el fauno mientras besaba a Ruth apasionadamente.
A continuación, hizo levantar a la pareja, alternando su ancha y ferviente lengua entre el trasero oloroso e inseminado de su amante, y la deliciosa vagina de la hembra. No pasaron muchos minutos antes de que ambos sumisos alcanzaran su orgasmo y cual mofetas, expulsaran a gran velocidad jugos lubricantes sobre la cara del cornudo. Este bebió sediento, bufando y llevando a madre e hijo a sus axilas. - ¿Quien les dio permiso de apestar mi cara uh? - Dijo en broma mientras Unai y su madre reían en sus peludos brazos. - De acuerdo, mi turno - Se levanto y permitió un acalorado beso "incestuoso" al tiempo que su almizcle concentrado bañaba a los nuevo miembros de esta manada. - ¿Acaso puedes hacer esto Belver? ¿Tienes tu propia marca de macho? -
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