04-08-2017, 09:15 PM
(This post was last modified: 04-08-2017, 09:18 PM by DarkAurion98.)
(No te angusties. Tu creatividad le da vida a esta historia y por eso estaré por siempre agradecido)
El llamado es claro hijo mio. El fuego liquido ha de posarse sobre el rojizo benevolente, que vida trae al oscuro umbral.
El arco de este bosque ha de ser protector, sus frutos infinitos los creadores de su sangre.
Si, liquido rojo que carga tu insignia, tu marca. He pues, cornudo de mi mano creado.
Llama a tu amado, luna líder de los mares, viento reacio del campo. Que la carne sirva al espíritu hoy y siempre.
Porque de las entrañas de una urbe se levanta, conociendo el toque prohibido.
Ha de entregarse en ti en cuna de sudor y lagrimas. En cama de gloria y deseo.
¿Que seria de la tormenta sin su cielo fiel para impulsarla después de todo?
¿Conquistarían tus llamas insaciables sin un devoto pasto para devorar?
No olvides esto hijo mio. Carga tu astas con orgullo, guerrero propio de mi carne, flautista heredero de mi brisa. Orgullo de Pan.
Mientras estas palabras invadían su sueño, el cuerpo del fauno se sofocaba a un ritmo acelerado sobre las sabanas que compartía con su amado. Resonantes exhalaciones hacían visible su aliento, emulando el vapor solo atestiguado en aguas termales al tiempo que sus músculos se flexionaban violentamente. El estado de descanso paso a ser un tormento para el líder de la manada, quien es incapaz de abrir los ojos por el momento. Sin duda siente el llamado. Su padre ya lo había guiado al conocer a Unai, pero esto es diferente. La invitación de Pan se filtra en su mente, cuerpo reaccionando de forma salvaje cual hierro derretido corriendo en la fragua sagrada.
Su verga erecta es capaz de romper el endeble nudo de su taparrabos, liberando un constante flujo de liquido pre seminal que se derrama sobre abultados testículos, suplicantes por liberar presión. Desde las pezuñas a la cabeza arde furioso el señor de los bosques, gruñendo, ahogado en gritos que no escapan a su garganta. Sin saberlo, su mano masturba el miembro colgante que hipnotiza a su cabrito.
- Unai - Suspira.
Su voluntad sin embargo triunfa después de unos minutos. Levantándose abruptamente, el macho siente los efectos de un frenesí manifestándose en su cuerpo. Oh si, el frenesí, homologo alfa para el celo de un omega. Esa reacción biológica que convierte a un dominante en una criatura deseosa, desesperada, irracional. Una necesidad sin igual por fecundar y proteger al sumiso. Cuidar a los retoños, cabritos, cachorros, pequeños.... bebes. Esa sensación que evoca la supervivencia necesaria hace siglos, cuando un fuerte omega cazador acudiría al llamado de su alfa, consumando sus actos bestiales en cuevas altas, para recibir camadas meses después en una unión hasta la muerte.
Volviendo al presente, Rheiki observa en principio confundido sus temblorosas manos, pero bastan segundos para que sus pupilas se dilaten arrebatando su concentración. Imponentes bufidos se forman en su amplio pecho. Un chorro espontaneo de espeso semen escapa de su miembro, cayendo sobre las pocas posesiones personales de su pastorcillo. Es entonces cuando divisa una de sus túnicas. (Prácticamente inutilizadas por estos días de desnudez). El macho la toma, olfateándola detenidamente con lujuria en la zona donde la retaguardia del adolescente reposaria, sonriendo complacido con el aroma concentrado de su pequeño Unai. Acto seguido, se pasa el ropaje por sus sudorosas bolas para dejar una marca permanente en el.
- Mio. Mi... cabrito - Renegó.
El cornudo ni siquiera sabe como llego a la cabaña. Pocos recuerdos le dicen que su preciado colega huyo triste al bosque, lo que casi le hace aullar a los cuatro vientos con un sentimiento abrumador de culpa mezclado con ira. Afortunadamente, un instante de lucidez le aclara que tienen una cita esta noche, su carrier actuando erraticamente como consecuencia de cargar amorosamente su semilla.
Así entonces, salio sin cobertura alguna al campamento, sonriendo de nuevo. El pestilente aroma de alfa en frenesí inundo la zona, logrando que todos los miembros se reunieran asustados. Los primeros en aparecer fueron los otros alfas: Volthur, Andreas y Maya. Sus pupilas también dilatadas hacían juego con colmillos a la vista, posturas amenazantes y cuerpos fortalecidos. La razón se fue de paseo hace mucho con las hormonas convirtiendo el aire en una masa espesa de conflicto y pasiones sin resolver.
- R-Rheiki... *quejido* tío, que demonios pasa - Pregunto el centauro, asustado y adolorido por la falta de control que le hacia retar a su compañero y líder.
- Si, Rheiki *gruñido* por favor - Suplico Maya.
El fauno solo sonrio, acercándose desnudo en todo su derecho a los tres oponentes. Sin miedo a sus actitudes amenazantes, poso su mano derecha en sus frentes, uno por uno, mientras su oscuro trasero perfumaba los alrededores con almizcle. Al tacto y olfato, los dominantes se relajaron en cuestion de segundos, dando alegres gritos de batalla junto a su guia flautista. Inmediatamente, la licantropa se desnudo, seguida de Volthur, quien junto a Andreas observaba hambriento a los otros integrantes de la familia.
Daven cubria con brazos protectores a Ruth, su hijastro y Onni, sin entender bien lo que pasaba.
- Esta noche seremos uno. No teman - Pronuncio Rheiki, tomando a la madre nórdica en sus brazos, sin morbo o excitación alguna a pesar de su verga sudorosa rozando con la piel de la mujer. Esta se relajo, aceptando las feromonas que estimulaban su mente.
- Unai debe estar aquí. No puede perderse esta unión - Exclamo más tranquila.
- Tengo algo aun más especial planeado para el - Respondio Rheiki mientras Daven, Belver y Onni se sonrojaban al oler sus axilas de macho. El beta y ex-alfa tampoco vacilaron al tomar turnos para introducir sus lenguas en la cavidad del tauro sumiso.
...
- Si me disculpan, me encontrare con mi cabrito. Fecundare de nuevo su vientre a la luz de la luna. Ustedes disfruten aqui y por favor, no interrumpan nuestro ritual -
Sus seguidores, embriagados en amor libre y fragancias corporales, asintieron, juntando sus cuerpos en un abrazo grupal para el alfa.
- Soy tan afortunado de tenerlos. Mi manada - Expreso.
---------------------------------------------------------------------------------------------
Digamos que en resumen fue una gran fiesta. No todos los días veras al hermanastro de Unai aprisionado entre las piernas de una mujer lobo, bebiendo de sus concentrados jugos. No todos los días veras a el nuevo cervatillo oliendo agitado el culo y gónadas de Andreas mientras este penetra sin misericordia a la pelirroja hija del norte con su verga equina. Y por supuesto, no todos los días veras al nuevo beta riendo y compartiendo una paja con su superior orco, quien lo abraza calidamente ofreciéndole hidromiel.
No, no todos los días se ve eso. Por tal motivo es poco probable que este narrador lo relate. (¿O tal vez si?)
Lo que deben saber, es que ahora el emisario de Pan respira aliviado mientras su chorro de orina enciende la vegetación alrededor del pequeño cuerpo de agua, pasos entre matorrales anunciando la llegada de su colega eterno.
- Unai. Hoy solo tu y yo. - Susurro a la brisa de la madre tierra.[/b]
El llamado es claro hijo mio. El fuego liquido ha de posarse sobre el rojizo benevolente, que vida trae al oscuro umbral.
El arco de este bosque ha de ser protector, sus frutos infinitos los creadores de su sangre.
Si, liquido rojo que carga tu insignia, tu marca. He pues, cornudo de mi mano creado.
Llama a tu amado, luna líder de los mares, viento reacio del campo. Que la carne sirva al espíritu hoy y siempre.
Porque de las entrañas de una urbe se levanta, conociendo el toque prohibido.
Ha de entregarse en ti en cuna de sudor y lagrimas. En cama de gloria y deseo.
¿Que seria de la tormenta sin su cielo fiel para impulsarla después de todo?
¿Conquistarían tus llamas insaciables sin un devoto pasto para devorar?
No olvides esto hijo mio. Carga tu astas con orgullo, guerrero propio de mi carne, flautista heredero de mi brisa. Orgullo de Pan.
Mientras estas palabras invadían su sueño, el cuerpo del fauno se sofocaba a un ritmo acelerado sobre las sabanas que compartía con su amado. Resonantes exhalaciones hacían visible su aliento, emulando el vapor solo atestiguado en aguas termales al tiempo que sus músculos se flexionaban violentamente. El estado de descanso paso a ser un tormento para el líder de la manada, quien es incapaz de abrir los ojos por el momento. Sin duda siente el llamado. Su padre ya lo había guiado al conocer a Unai, pero esto es diferente. La invitación de Pan se filtra en su mente, cuerpo reaccionando de forma salvaje cual hierro derretido corriendo en la fragua sagrada.
Su verga erecta es capaz de romper el endeble nudo de su taparrabos, liberando un constante flujo de liquido pre seminal que se derrama sobre abultados testículos, suplicantes por liberar presión. Desde las pezuñas a la cabeza arde furioso el señor de los bosques, gruñendo, ahogado en gritos que no escapan a su garganta. Sin saberlo, su mano masturba el miembro colgante que hipnotiza a su cabrito.
- Unai - Suspira.
Su voluntad sin embargo triunfa después de unos minutos. Levantándose abruptamente, el macho siente los efectos de un frenesí manifestándose en su cuerpo. Oh si, el frenesí, homologo alfa para el celo de un omega. Esa reacción biológica que convierte a un dominante en una criatura deseosa, desesperada, irracional. Una necesidad sin igual por fecundar y proteger al sumiso. Cuidar a los retoños, cabritos, cachorros, pequeños.... bebes. Esa sensación que evoca la supervivencia necesaria hace siglos, cuando un fuerte omega cazador acudiría al llamado de su alfa, consumando sus actos bestiales en cuevas altas, para recibir camadas meses después en una unión hasta la muerte.
Volviendo al presente, Rheiki observa en principio confundido sus temblorosas manos, pero bastan segundos para que sus pupilas se dilaten arrebatando su concentración. Imponentes bufidos se forman en su amplio pecho. Un chorro espontaneo de espeso semen escapa de su miembro, cayendo sobre las pocas posesiones personales de su pastorcillo. Es entonces cuando divisa una de sus túnicas. (Prácticamente inutilizadas por estos días de desnudez). El macho la toma, olfateándola detenidamente con lujuria en la zona donde la retaguardia del adolescente reposaria, sonriendo complacido con el aroma concentrado de su pequeño Unai. Acto seguido, se pasa el ropaje por sus sudorosas bolas para dejar una marca permanente en el.
- Mio. Mi... cabrito - Renegó.
El cornudo ni siquiera sabe como llego a la cabaña. Pocos recuerdos le dicen que su preciado colega huyo triste al bosque, lo que casi le hace aullar a los cuatro vientos con un sentimiento abrumador de culpa mezclado con ira. Afortunadamente, un instante de lucidez le aclara que tienen una cita esta noche, su carrier actuando erraticamente como consecuencia de cargar amorosamente su semilla.
Así entonces, salio sin cobertura alguna al campamento, sonriendo de nuevo. El pestilente aroma de alfa en frenesí inundo la zona, logrando que todos los miembros se reunieran asustados. Los primeros en aparecer fueron los otros alfas: Volthur, Andreas y Maya. Sus pupilas también dilatadas hacían juego con colmillos a la vista, posturas amenazantes y cuerpos fortalecidos. La razón se fue de paseo hace mucho con las hormonas convirtiendo el aire en una masa espesa de conflicto y pasiones sin resolver.
- R-Rheiki... *quejido* tío, que demonios pasa - Pregunto el centauro, asustado y adolorido por la falta de control que le hacia retar a su compañero y líder.
- Si, Rheiki *gruñido* por favor - Suplico Maya.
El fauno solo sonrio, acercándose desnudo en todo su derecho a los tres oponentes. Sin miedo a sus actitudes amenazantes, poso su mano derecha en sus frentes, uno por uno, mientras su oscuro trasero perfumaba los alrededores con almizcle. Al tacto y olfato, los dominantes se relajaron en cuestion de segundos, dando alegres gritos de batalla junto a su guia flautista. Inmediatamente, la licantropa se desnudo, seguida de Volthur, quien junto a Andreas observaba hambriento a los otros integrantes de la familia.
Daven cubria con brazos protectores a Ruth, su hijastro y Onni, sin entender bien lo que pasaba.
- Esta noche seremos uno. No teman - Pronuncio Rheiki, tomando a la madre nórdica en sus brazos, sin morbo o excitación alguna a pesar de su verga sudorosa rozando con la piel de la mujer. Esta se relajo, aceptando las feromonas que estimulaban su mente.
- Unai debe estar aquí. No puede perderse esta unión - Exclamo más tranquila.
- Tengo algo aun más especial planeado para el - Respondio Rheiki mientras Daven, Belver y Onni se sonrojaban al oler sus axilas de macho. El beta y ex-alfa tampoco vacilaron al tomar turnos para introducir sus lenguas en la cavidad del tauro sumiso.
...
- Si me disculpan, me encontrare con mi cabrito. Fecundare de nuevo su vientre a la luz de la luna. Ustedes disfruten aqui y por favor, no interrumpan nuestro ritual -
Sus seguidores, embriagados en amor libre y fragancias corporales, asintieron, juntando sus cuerpos en un abrazo grupal para el alfa.
- Soy tan afortunado de tenerlos. Mi manada - Expreso.
---------------------------------------------------------------------------------------------
Digamos que en resumen fue una gran fiesta. No todos los días veras al hermanastro de Unai aprisionado entre las piernas de una mujer lobo, bebiendo de sus concentrados jugos. No todos los días veras a el nuevo cervatillo oliendo agitado el culo y gónadas de Andreas mientras este penetra sin misericordia a la pelirroja hija del norte con su verga equina. Y por supuesto, no todos los días veras al nuevo beta riendo y compartiendo una paja con su superior orco, quien lo abraza calidamente ofreciéndole hidromiel.
No, no todos los días se ve eso. Por tal motivo es poco probable que este narrador lo relate. (¿O tal vez si?)
Lo que deben saber, es que ahora el emisario de Pan respira aliviado mientras su chorro de orina enciende la vegetación alrededor del pequeño cuerpo de agua, pasos entre matorrales anunciando la llegada de su colega eterno.
- Unai. Hoy solo tu y yo. - Susurro a la brisa de la madre tierra.[/b]