04-23-2017, 10:44 PM
(This post was last modified: 04-23-2017, 10:46 PM by DarkAurion98.)
(Disculpa la demora. Como siempre, tus post y adiciones me dejan sin aliento. Tu mente esta llena de magia colega mio. Lamento si este post esta corto o falto de detalle) :)
Después de las múltiples promesas, las embestidas y el acto carnal en general, Rheiki se recostó complacido contra una pared de roca cubierta en lamosa vegetación, abrazando fuertemente a su omega, verga aun enterrada en campo fértil y chorros hirvientes de su semilla siendo disparados cada par de minutos. - Ese es el humano candente del que me enamore - Dijo en un sonido confuso, atrapado entre rugido y gemido. Sus enormes manos viajaban por el cuerpo de Unai, tocándolo y mimándolo como si esta fuera la última vez en que pudieran verse. El sumiso devolvía el sentimiento al esconder su cabeza en el cálido cuello de su macho, disfrutando el distintivo aroma natural, perfecto tranquilizante tras una buena cogida.
Unai creía que estaba en sintonía con su cuerpo. Pequeños pulsos eléctricos erizaban sus vellos. Su piel ardía en una agonía placentera mientras el salado semen de su semental corría por sus paredes internas hasta besar su útero. Obviamente no había punto en embarazar al pequeño de nuevo, pero saber que más espermatozoides bombardearan la inocencia de su aparato reproductor, alimentando a un no nacido, lo hace derretirse en los brazos de su seeder con olfateadas a axilas y mordidas a duros pezones de alfa.
Rheiki solo reía, apretando las nalgas del pastorcillo hasta que noto algo. ¿Porque Unai, rey del campo, quien siempre porta únicamente una fina capa de vellos carmesí por todo su cuerpo, de repente tiene un trasero peludito? Más aun, ese camino de rojo pasto corporal nace en su espalda baja, terminando en una..... cola? Una cola de cabra para ser más exactos. El cornudo esconde su sorpresa, viendo que su amado sigue hipnotizado por la mezcla de olores. Con un rápido vistazo alcanza a ver vestigios de cuernos naciendo en la cabezita de su colega.
- Oh vida mía. Nunca creí que esto pasaría. Por favor, no te asustes - Al oír estas palabras, Unai alzo una ceja, besando suavemente a su líder.
- De que he de asustarme bro?, si sé que me proteges - Murmuro en el tono más angelical.
- Esta bien. En ese caso, quiero que mires tu reflejo en el agua mi príncipe -
Unai obedeció, sin notar al principio los huesos nacientes en su cabeza por lo cortos que eran, aun. Rheiki lo ayudo, acariciándolos con cuidado para luego pasar a masajear eróticamente el camino rojo que terminaba en cola. - Te conviertes en fauno amado mío - Susurro el macho de forma descarada en el oído del nórdico, mordiéndolo y curandolo al instante con espesa saliva. - ¿Qué piensas U? ¿No te gusta? –
Al principio, el chico dio vuelta con una mirada neutral, solo para enterrar a su macho bajo una montaña de besos y alabanzas segundos después. Sheebel- li por su parte, luchaba para mantener el control y no interrumpir a la pareja con un centenar de preguntas sobre las dinámicas del amor y la entrega. Resignado, emprendió rumbo hacia su escondite oscuro cuando los vapores de sexo se disiparon en roca y agua.
(...)
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Pasadas horas, la pareja volvió al punto de encuentro donde la manada ya había levantado tiendas y una fogata. Maya lavaba con agua fresca la cabellera gloriosa de Ruth, ambas vistiendo camisones que muy poco dejaban a la imaginación. Volthur y Andreas, quienes se suponían estaban limpiando las armas bañadas en sangre de naga, no escondían sus miradas de deseo, acompañantes de dos furiosas vergas goteando sin cesar. Por supuesto, la licantropa no era el objeto de sus deseos, sino la bella nórdica que con orgullo cargaba ambas semillas. Esta a duras penas levantaba la vista de vez en cuando para sonreír a su par de machos, fingiendo una cara inocente ante la cual orco y centauro gruñían felices.
Rheiki y Unai notaron esto sin demora y tuvieron que contener sus carcajadas. El alfa amorosamente cubrio a su omega bajo su gran figura en un abrazo, tomando asiento con el al lado de Onni, alegre espectador de su hermano Daven quien borraba rastros de sangre de su espada.
- Oh, hola lider Unai! hola señor cornudo - Saludo emocionado el cervatillo, ofreciendo un pedazo de pan dulce a los faunos..
- Onni, por favor, no hay necesidad de esos títulos aquí chico - Dijo Rheiki sonriente, causándole cosquillas a su cabrito con el mero calor de su aliento envolviendo la espalda del sumiso.
- Eh, eso dices tu cuernos flojos. A mi me gusta que me llame líder - Expreso Unai triunfante, jugando con el pelo de Onni haciéndolo sonrojar levemente.
- Ah si? Eres el líder ahora, culito de nieve? - Bromeo el emisario de Pan, tomando afectuosamente a su enamorado en brazos y tentando su vientre en cosquillas. Cuando el otro omega se disponía a levantarse, emitió un chillido sorpresa al ser jalado por el alfa mayor, fundiéndolo en la cadena de caricias que ya no era amorosas sino amistosas. Daven se limitaba a observar con una sonrisa desvanecida cuando Unai lo invito.
- Venga Daven, tío. Onni es fuerte pero no me ayudara a vengarme contra mi alfa cochino - Canto el nórdico entre risas. Eso fue señal suficiente para el beta humano de unirse, disfrutando del calor de manada agraciando su tibia piel. Los otros miembros no podían evitar sentir amor puro al ver a los más jóvenes jugar.
Pasados muchos piquetes, bromas y olfateadas (Porque mientras el tiempo avanza, más confían estos viajeros en el poder relajante de olfatear a sus compañeros), los cuatros se escondieron bajo cálidos cobertores, saboreando el momento.
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Después de las múltiples promesas, las embestidas y el acto carnal en general, Rheiki se recostó complacido contra una pared de roca cubierta en lamosa vegetación, abrazando fuertemente a su omega, verga aun enterrada en campo fértil y chorros hirvientes de su semilla siendo disparados cada par de minutos. - Ese es el humano candente del que me enamore - Dijo en un sonido confuso, atrapado entre rugido y gemido. Sus enormes manos viajaban por el cuerpo de Unai, tocándolo y mimándolo como si esta fuera la última vez en que pudieran verse. El sumiso devolvía el sentimiento al esconder su cabeza en el cálido cuello de su macho, disfrutando el distintivo aroma natural, perfecto tranquilizante tras una buena cogida.
Unai creía que estaba en sintonía con su cuerpo. Pequeños pulsos eléctricos erizaban sus vellos. Su piel ardía en una agonía placentera mientras el salado semen de su semental corría por sus paredes internas hasta besar su útero. Obviamente no había punto en embarazar al pequeño de nuevo, pero saber que más espermatozoides bombardearan la inocencia de su aparato reproductor, alimentando a un no nacido, lo hace derretirse en los brazos de su seeder con olfateadas a axilas y mordidas a duros pezones de alfa.
Rheiki solo reía, apretando las nalgas del pastorcillo hasta que noto algo. ¿Porque Unai, rey del campo, quien siempre porta únicamente una fina capa de vellos carmesí por todo su cuerpo, de repente tiene un trasero peludito? Más aun, ese camino de rojo pasto corporal nace en su espalda baja, terminando en una..... cola? Una cola de cabra para ser más exactos. El cornudo esconde su sorpresa, viendo que su amado sigue hipnotizado por la mezcla de olores. Con un rápido vistazo alcanza a ver vestigios de cuernos naciendo en la cabezita de su colega.
- Oh vida mía. Nunca creí que esto pasaría. Por favor, no te asustes - Al oír estas palabras, Unai alzo una ceja, besando suavemente a su líder.
- De que he de asustarme bro?, si sé que me proteges - Murmuro en el tono más angelical.
- Esta bien. En ese caso, quiero que mires tu reflejo en el agua mi príncipe -
Unai obedeció, sin notar al principio los huesos nacientes en su cabeza por lo cortos que eran, aun. Rheiki lo ayudo, acariciándolos con cuidado para luego pasar a masajear eróticamente el camino rojo que terminaba en cola. - Te conviertes en fauno amado mío - Susurro el macho de forma descarada en el oído del nórdico, mordiéndolo y curandolo al instante con espesa saliva. - ¿Qué piensas U? ¿No te gusta? –
Al principio, el chico dio vuelta con una mirada neutral, solo para enterrar a su macho bajo una montaña de besos y alabanzas segundos después. Sheebel- li por su parte, luchaba para mantener el control y no interrumpir a la pareja con un centenar de preguntas sobre las dinámicas del amor y la entrega. Resignado, emprendió rumbo hacia su escondite oscuro cuando los vapores de sexo se disiparon en roca y agua.
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Pasadas horas, la pareja volvió al punto de encuentro donde la manada ya había levantado tiendas y una fogata. Maya lavaba con agua fresca la cabellera gloriosa de Ruth, ambas vistiendo camisones que muy poco dejaban a la imaginación. Volthur y Andreas, quienes se suponían estaban limpiando las armas bañadas en sangre de naga, no escondían sus miradas de deseo, acompañantes de dos furiosas vergas goteando sin cesar. Por supuesto, la licantropa no era el objeto de sus deseos, sino la bella nórdica que con orgullo cargaba ambas semillas. Esta a duras penas levantaba la vista de vez en cuando para sonreír a su par de machos, fingiendo una cara inocente ante la cual orco y centauro gruñían felices.
Rheiki y Unai notaron esto sin demora y tuvieron que contener sus carcajadas. El alfa amorosamente cubrio a su omega bajo su gran figura en un abrazo, tomando asiento con el al lado de Onni, alegre espectador de su hermano Daven quien borraba rastros de sangre de su espada.
- Oh, hola lider Unai! hola señor cornudo - Saludo emocionado el cervatillo, ofreciendo un pedazo de pan dulce a los faunos..
- Onni, por favor, no hay necesidad de esos títulos aquí chico - Dijo Rheiki sonriente, causándole cosquillas a su cabrito con el mero calor de su aliento envolviendo la espalda del sumiso.
- Eh, eso dices tu cuernos flojos. A mi me gusta que me llame líder - Expreso Unai triunfante, jugando con el pelo de Onni haciéndolo sonrojar levemente.
- Ah si? Eres el líder ahora, culito de nieve? - Bromeo el emisario de Pan, tomando afectuosamente a su enamorado en brazos y tentando su vientre en cosquillas. Cuando el otro omega se disponía a levantarse, emitió un chillido sorpresa al ser jalado por el alfa mayor, fundiéndolo en la cadena de caricias que ya no era amorosas sino amistosas. Daven se limitaba a observar con una sonrisa desvanecida cuando Unai lo invito.
- Venga Daven, tío. Onni es fuerte pero no me ayudara a vengarme contra mi alfa cochino - Canto el nórdico entre risas. Eso fue señal suficiente para el beta humano de unirse, disfrutando del calor de manada agraciando su tibia piel. Los otros miembros no podían evitar sentir amor puro al ver a los más jóvenes jugar.
Pasados muchos piquetes, bromas y olfateadas (Porque mientras el tiempo avanza, más confían estos viajeros en el poder relajante de olfatear a sus compañeros), los cuatros se escondieron bajo cálidos cobertores, saboreando el momento.
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