Me encantó tu juramento de amor. De las cosas más hermosas que he leído nunca. Y perfecto que la madre se pueda reunir con ellos pronto. Así que empiezo yo, ah? vale. Me tiembla todo el cuerpo, en serio)
Cuando llegaron al bosque, el fauno eligió un lugar que unai aún no conocía y que le resultó especialmente sugerente y hermoso. El macho cabrío trazó un círculo de amplios metros con su perfumada orina para delimitar su territorio y ahuyentar a posibles intrusos, y en el centro, extendió sobre la mullida hierba el velo turquesa de la ceremonia. Unai resplandecía como un nenúfar sobre sobre aquella superficie suave y agradable al tacto y a todos los sentidos. Los árboles cercanos sacudieron las ramas y una lluvia de pétalos rosas, blancos y púrpuras cayó sobre los enamorados.
Unai, temblaba de excitación y nerviosismo, Era la primera vez que se entregaba a un macho, al ser que amaba con desesperación. Su corazón latía con fuerza haciendo que sus pezones se llenasen de calor, suavidad y ternura. Extendió sus bazos para recibir a su Alfa...
- Ven mi amor, he soñado con este momento tantas veces que me parece un sueño.
Ofreció sus carnosos labios a Rheiki que enseguida los cubrió con los suyos abarcándolos con un cálido beso. Mordisqueó un poco lo justo para que su chico se excitara y se entregara a él. En efecto, Unai gimió un poco al sentir los tiernos mordiscos de aquellos dientes, pero aquello hizo que se excitara aún más y abrazase a su amante con fuerza. Su lengua hambrienta acarició la del macho cabrío y fundiéndose en el beso, respirando, bebiendo de su saliva. Luego, tomó el rostro del fauno entre sus manos y comenzó a besarle en las mejillas, ojos y barbilla. Le susurró al oído:
- Ni te imaginas cúanto te amo ni lo mucho que te deseo...
De sus pezones, debido a la gran excitación que padecía, brotaron unas gotas brillantes de néctar.
Deslizó su mano derecha por el abdomen del fauno hasta palpar su verga erecta y húmeda. Empezó a acariciar a aquel enorme falo con suavidad, desnudándolo de la sedosa piel que cubría el glande que rápidamente emergió duro y palpitante, deseoso de recibir caricias y placer... con aquella humedad con la que se llenó su mano, el omega impregnó su sexo que también estaba muy excitado y lubricado. Unai se moría por saborear el fluido que manaba por la punta del miembro de su macho. Así que descendió hasta tomar aquel cilindro de carne dura y caliente entre sus manos.
Cuando llegaron al bosque, el fauno eligió un lugar que unai aún no conocía y que le resultó especialmente sugerente y hermoso. El macho cabrío trazó un círculo de amplios metros con su perfumada orina para delimitar su territorio y ahuyentar a posibles intrusos, y en el centro, extendió sobre la mullida hierba el velo turquesa de la ceremonia. Unai resplandecía como un nenúfar sobre sobre aquella superficie suave y agradable al tacto y a todos los sentidos. Los árboles cercanos sacudieron las ramas y una lluvia de pétalos rosas, blancos y púrpuras cayó sobre los enamorados.
Unai, temblaba de excitación y nerviosismo, Era la primera vez que se entregaba a un macho, al ser que amaba con desesperación. Su corazón latía con fuerza haciendo que sus pezones se llenasen de calor, suavidad y ternura. Extendió sus bazos para recibir a su Alfa...
- Ven mi amor, he soñado con este momento tantas veces que me parece un sueño.
Ofreció sus carnosos labios a Rheiki que enseguida los cubrió con los suyos abarcándolos con un cálido beso. Mordisqueó un poco lo justo para que su chico se excitara y se entregara a él. En efecto, Unai gimió un poco al sentir los tiernos mordiscos de aquellos dientes, pero aquello hizo que se excitara aún más y abrazase a su amante con fuerza. Su lengua hambrienta acarició la del macho cabrío y fundiéndose en el beso, respirando, bebiendo de su saliva. Luego, tomó el rostro del fauno entre sus manos y comenzó a besarle en las mejillas, ojos y barbilla. Le susurró al oído:
- Ni te imaginas cúanto te amo ni lo mucho que te deseo...
De sus pezones, debido a la gran excitación que padecía, brotaron unas gotas brillantes de néctar.
Deslizó su mano derecha por el abdomen del fauno hasta palpar su verga erecta y húmeda. Empezó a acariciar a aquel enorme falo con suavidad, desnudándolo de la sedosa piel que cubría el glande que rápidamente emergió duro y palpitante, deseoso de recibir caricias y placer... con aquella humedad con la que se llenó su mano, el omega impregnó su sexo que también estaba muy excitado y lubricado. Unai se moría por saborear el fluido que manaba por la punta del miembro de su macho. Así que descendió hasta tomar aquel cilindro de carne dura y caliente entre sus manos.