04-04-2017, 11:42 AM
(Wow!... estuviste realmente brillante. Te felicito :D muy buen aporte incluir a estos nuevos personajes. Oye, Bro, lo que pasa en esa capital humana de la que hablas sucede en muchas otras, en casi todas.. ¿Por qué no hablar de "los políticamente correctos" de doble moral, que de día persiguen y critican a las criaturas del bosque, y de noche, las buscan ansiosos como hienas hambrientas?. Bueno, a ver cómo me las apaño yo ahora con los diferentes escenarios que planteas )
Durante el almuerzo, Unai sintió de nuevo náuseas y mareos pero fue algo pasajero. Le agradó ver cómo Volthur y Andreas, atentos y cariñosos, se preocupaban por el estado de Ruth impidiéndole hacer algunos esfuerzos. El adolescente le contó a su madre que durante la mañana, se había sentido indispuesto ¿algo va mal? la mujer no pudo reprimir una carcajada.
- ¿Has visto tu cara, hijo? tu piel está fresca y saludable como una manzana (le besó en las mejillas como si fuese a mordisquear una fruta) ñam ñam... es normal que te suceda esto, tu cuerpo ahora es una eclosión de hormonas.
- ¿Te pasa también a ti, madre?
- Claro que sí, pero no soy un vientre primerizo como tú. Tu madre ya está más curtida en estos temas. Ven, enséñame los pezones.
Unai sintió pudor y cruzó los brazos.
- Oh, no seas vergonzoso, niño! sólo quiero comprobar si todo marcha bien ¿te molesta el roce de la túnica? déjame ponerte un poco de este ungüento..
Aquellos dos pequeños botones rosados en el pecho adolescente lucían frescos y carnosos, ligeramente inflamados y trémulos.
- Pronto te subirá la leche - dijo Ruth - y por lo que veo no va a tardar demasiado. (Acercándose y susurrando al oído de su hijo) ¿te has imaginado ya a tu tierno cabrito recién nacido mamando en tus brazos? va a ser una preciosidad verlo.
Unai se tapó el rostro con las manos estremeciéndose al escuchar estas palabras. Ruth lo estrechó contra su pecho.
- Mi hijito querido, cuantos cambios en tan poco tiempo, no es cierto? pero si aún eres un niño, mírate! (le besó tiernamente y le acunó en su regazo) escucha lo que te digo: pase lo que pase, nos tendremos uno al otro ante cualquier conflicto ¿de acuerdo?. Con el embarazo tu cuerpo sufrirá muchos cambios, lo mismo que tu estado de ánimo. A mí también me pasará lo mismo pero debemos ser fuertes y nos ayudaremos mutuamente. Y ahora, ven... acércate al fuego que estás temblando.
Unai no quiso desnudarse. ¿Cómo explicar esto? siempre había sido un chico desinhibido y sin pudor alguno en mostrar su desnudez gracias a la educación recibida de su madre, y en cambio ahora... un instinto natural, algo nuevo y sorprendente para él, le inducía a sentir pudor y a protegerse de la vista y cercanía de otros machos. Sus pezones y vientre eran ahora como un tesoro muy preciado que había que proteger a toda costa, pensó. El sumiso miró al fauno y deseó ardientemente en esos momentos que su alfa le protegiese. No le recriminó nada, al contrario, se alegró de ver a Rheiki disfrutando y bromeando con sus colegas... su Bro era un macho fuerte, guapo y perfectamente capacitado para ejercer como líder de la manada. Unai se sintió orgulloso de su alfa.
Inmerso estaba en estos pensamientos cuando se produjo un alboroto. Tres nuevos visitantes irrumpieron en escena. A partir de ese momento, para Unai fue un constante ir y venir de un lugar a otro intentando ayudar y hacerse con la situación. Hizo todo lo que pudo para que no le desbordasen los acontecimientos y mantener la calma pero... ¿qué pasó realmente? a este narrador no le gusta mentir; confieso que las emociones me desbordaron incluso a mí dejándome sorprender por las reacciones de los propios personajes. En pocas palabras, Unai se sintió solo, desplazado y abatido.
Fue en primer lugar a la cueva donde Ruth se estaba haciendo cargo de la recién llegada, Unai intentó ayudar en lo que pudo, pero al ver la herida en el vientre de la licántropa le traicionaron los nervios y se mareó un poco. Más que una ayuda fue un estorbo para su madre.
- Unai, por favor, déjame hacer a mí. Tranquilízate, está todo controlado.
- Perdón, mamá, sólo quería ayudar. (Dirigiéndose a Maya) Me llamo Unai, un placer conocerla...
La mujer lobo no le prestó atención porque el dolor de la herida abierta se lo impidió. Unai, sin embargo, lo interpretó de distinta manera. No le gustó el gruñido que la licántropa emitió cuando Ruth vertió líquido purificante sobre la herida. Fue un gesto fugaz e instintivo el que realizó con la pata impulsado sin duda por el dolor, pero también era un modo de imponer su estatus de mujer Alfa respecto a Ruth. Tampoco pasó desapercibida para Unai el modo en el que la licántropa miró al centauro.
Intentó probar mejor suerte acudiendo a reunirse con Rheiki. Al entrar en la cueva, descubrió que el humano estaba completamente desnudo, y sin saber por qué, se ruborizó profundamente. El fauno se hizo con el control de la situación.
- Unai, este hombre se llama Daven. Calienta agua para lavarle las heridas de la espalda y aplica luego sobre ellas el emplasto de hierbas que estoy preparando.
Las manos del muchacho fueron como un bálsamo para aquel hombre musculoso que no dudó en agradecer los cuidados que restaba recibiendo. Ambos se miraron, pero Unai apartó rápidamente la mirada.
- Rheiki, continúa tú, por favor. Necesito salir afuera un momento.
El humano quedó un tanto cohibido y desconcertado, pero el fauno supo cómo disculpar a su amigo.
- No le ocurre nada. Se siente indispuesto por algo que ha comido y no le ha sentado bien... bueno, ya está, las heridas están curadas y tienen pinta de cicatrizar adecuadamente.
- Muchas gracias por todo lo que están haciendo por nosotros. Dijo Daven
Cuando Unai regresó de tomar el aire, el fauno le tomó de la mano y lo abrazó por detrás rodeándolo con sus fuertes brazos. Rheiki deslizó una de sus manos por el cuerpo de su omega y le acarició el vientre. Fue un mensaje muy claro que el Beta captó de inmediato. Daven miró a Unai, pero éste nuevamente apartó la mirada ruborizado.
En el tercero de los escenarios, Unai no pudo más y se derrumbó. Sus emociones se desbordaron hasta el punto de llevarle a un colapso: ver a aquel cervatillo herido y desvalido buscando la protección del centauro, le produjo un sentimiento acompañado de unas lágrimas que no pudo contener. ¿Qué te pasa Unai? se pregunta este narrador desconcertado también por la situación que se le escapa de las manos. ¿Cómo explicar todo esto sin traicionar a la verdad?... puedo asegurar que Unai sintió celos aún sabiendo que aquellos visitantes estaban heridos y necesitaban ayuda. Es cierto eso que dicen que la razón tiene leyes que el corazón no comprende y viceversa. Unai se sentía celoso por no recibir el cariño de su fauno ni el de Andreas y Volthur. Se sentía como un niño celoso con la llegada de un nuevo hermanito a casa al que todos colman de cuidados y mimos.
Salió corriendo y no paró hasta encontrar un lugar apartado donde desahogar sus lágrimas. El recogimiento le duró bien poco, Belver apareció con una grata sorpresa.
- Hermanito, mira a quien te traigo!
A continuación, un torbellino de saltos, lengüetazos, ojos luminosos y coletazos de alegría, envolvieron a Unai hasta hacerle rodar por la hierba... el pastorcillo se encontró con Olof, su amado perro guardían después de varios días sin verse. Belber descubrió al animal que seguramente estuvo siguiendo el rastro de su amigo desde que abandonó la granja.
- Lo encontré cerca del lago olfateando una de tus ropas.
Unai abrazó a su perro labrador color chocolate y encontró el consuelo que anadaba necesitando.
- ¿Qué pasa, Olof? ¿te alegras de verme? (El animal no paraba de gemir y dar vueltas alrededor de Unai. Se detuvo un momento a olfatear el vientre del muchacho) ¿Quien hay aquí dentro, eh? ¿vas a quererlo tanto como yo verdad?
Olof se detuvo un segundo como intentando comprender lo que le estaba diciendo Unai, miró a su amo, para a continuación volver a dar saltos de alegría y lamer el vientre del adolescente que no paraba de reír por las cosquillas que le hacía su fiel amigo.
Belver se sentó junto a su hermanastro y le echó el brazo por encima del hombro.
- ¿Te encuentras bien? ¿Qué haces aquí tan solo, eh?
Unai no dijo nada. Dejó que su cabeza encontrara acomodo en el hombro de su hermano.. pudo ver de cerca una marca púrpura en el cuello del Alfa taponando la vena aorta como un filtro mágico que separa la cabeza del resto del cuerpo.
- Belver, dime la verdad ¿Te sientes bien con nosotros?
El Alfa anestesiado puso cara de extrañeza ante la pregunta de Unai
- Claro que sí, somos como una familia.
- Como una familia, no - se apresuró a corregir Unai - somos una familia.
- Bueno, sí... eso quise decir yo, hermanito. Pero también perteneces, perte.. pertenecemos, tenemos otra familia, no? no sé.. yo no sé cómo explicarlo.
Unai se compadeció de su hermanastro.
- No pasa nada Belver. Lo importante es que te sientas feliz con nosotros.
- Por supuesto que soy feliz y ¿sabes por qué? pues porque estoy a tu lado. Estando junto a ti, me siento el hombre más feliz del mundo, Unai. Siempre fue así desde que éramos pequeños ¿recuerdas? siempre sentí la necesidad de protegerte porque...
- Belver, yo pertenezco ahora a otra persona. No necesito tu protección.
- Sí lo sé, lo sé. Bueno, yo quería decir que un hermano siempre sentirá la necesidad de ayudar y cuidar de su hermano pequeño, no? no sé... Unai ¿puedo pedirte un abrazo? de verdad, lo necesito.
El adolescente cedió a los ruegos de su hermanastro quien guiado por su instinto Alfa besó al muchacho primero en la frente, luego en la mejilla, para a continuación buscar sus labios.
- Belver, por favor!
- ¿Qué pasa? ¿Qué hay de malo en besar a mi hermano?
- No de ese modo!
Unai se incorporó de un saltó y regresó al campamento seguido de Olof y Belver que no cesaba de dar toda clase explicaciones que ni él mismo conseguía entender. En esta ocasión, un vijía que montaba guardia lo observó todo. Volthur no daba crédito a lo que vieron sus ojos.
Durante el almuerzo, Unai sintió de nuevo náuseas y mareos pero fue algo pasajero. Le agradó ver cómo Volthur y Andreas, atentos y cariñosos, se preocupaban por el estado de Ruth impidiéndole hacer algunos esfuerzos. El adolescente le contó a su madre que durante la mañana, se había sentido indispuesto ¿algo va mal? la mujer no pudo reprimir una carcajada.
- ¿Has visto tu cara, hijo? tu piel está fresca y saludable como una manzana (le besó en las mejillas como si fuese a mordisquear una fruta) ñam ñam... es normal que te suceda esto, tu cuerpo ahora es una eclosión de hormonas.
- ¿Te pasa también a ti, madre?
- Claro que sí, pero no soy un vientre primerizo como tú. Tu madre ya está más curtida en estos temas. Ven, enséñame los pezones.
Unai sintió pudor y cruzó los brazos.
- Oh, no seas vergonzoso, niño! sólo quiero comprobar si todo marcha bien ¿te molesta el roce de la túnica? déjame ponerte un poco de este ungüento..
Aquellos dos pequeños botones rosados en el pecho adolescente lucían frescos y carnosos, ligeramente inflamados y trémulos.
- Pronto te subirá la leche - dijo Ruth - y por lo que veo no va a tardar demasiado. (Acercándose y susurrando al oído de su hijo) ¿te has imaginado ya a tu tierno cabrito recién nacido mamando en tus brazos? va a ser una preciosidad verlo.
Unai se tapó el rostro con las manos estremeciéndose al escuchar estas palabras. Ruth lo estrechó contra su pecho.
- Mi hijito querido, cuantos cambios en tan poco tiempo, no es cierto? pero si aún eres un niño, mírate! (le besó tiernamente y le acunó en su regazo) escucha lo que te digo: pase lo que pase, nos tendremos uno al otro ante cualquier conflicto ¿de acuerdo?. Con el embarazo tu cuerpo sufrirá muchos cambios, lo mismo que tu estado de ánimo. A mí también me pasará lo mismo pero debemos ser fuertes y nos ayudaremos mutuamente. Y ahora, ven... acércate al fuego que estás temblando.
Unai no quiso desnudarse. ¿Cómo explicar esto? siempre había sido un chico desinhibido y sin pudor alguno en mostrar su desnudez gracias a la educación recibida de su madre, y en cambio ahora... un instinto natural, algo nuevo y sorprendente para él, le inducía a sentir pudor y a protegerse de la vista y cercanía de otros machos. Sus pezones y vientre eran ahora como un tesoro muy preciado que había que proteger a toda costa, pensó. El sumiso miró al fauno y deseó ardientemente en esos momentos que su alfa le protegiese. No le recriminó nada, al contrario, se alegró de ver a Rheiki disfrutando y bromeando con sus colegas... su Bro era un macho fuerte, guapo y perfectamente capacitado para ejercer como líder de la manada. Unai se sintió orgulloso de su alfa.
Inmerso estaba en estos pensamientos cuando se produjo un alboroto. Tres nuevos visitantes irrumpieron en escena. A partir de ese momento, para Unai fue un constante ir y venir de un lugar a otro intentando ayudar y hacerse con la situación. Hizo todo lo que pudo para que no le desbordasen los acontecimientos y mantener la calma pero... ¿qué pasó realmente? a este narrador no le gusta mentir; confieso que las emociones me desbordaron incluso a mí dejándome sorprender por las reacciones de los propios personajes. En pocas palabras, Unai se sintió solo, desplazado y abatido.
Fue en primer lugar a la cueva donde Ruth se estaba haciendo cargo de la recién llegada, Unai intentó ayudar en lo que pudo, pero al ver la herida en el vientre de la licántropa le traicionaron los nervios y se mareó un poco. Más que una ayuda fue un estorbo para su madre.
- Unai, por favor, déjame hacer a mí. Tranquilízate, está todo controlado.
- Perdón, mamá, sólo quería ayudar. (Dirigiéndose a Maya) Me llamo Unai, un placer conocerla...
La mujer lobo no le prestó atención porque el dolor de la herida abierta se lo impidió. Unai, sin embargo, lo interpretó de distinta manera. No le gustó el gruñido que la licántropa emitió cuando Ruth vertió líquido purificante sobre la herida. Fue un gesto fugaz e instintivo el que realizó con la pata impulsado sin duda por el dolor, pero también era un modo de imponer su estatus de mujer Alfa respecto a Ruth. Tampoco pasó desapercibida para Unai el modo en el que la licántropa miró al centauro.
Intentó probar mejor suerte acudiendo a reunirse con Rheiki. Al entrar en la cueva, descubrió que el humano estaba completamente desnudo, y sin saber por qué, se ruborizó profundamente. El fauno se hizo con el control de la situación.
- Unai, este hombre se llama Daven. Calienta agua para lavarle las heridas de la espalda y aplica luego sobre ellas el emplasto de hierbas que estoy preparando.
Las manos del muchacho fueron como un bálsamo para aquel hombre musculoso que no dudó en agradecer los cuidados que restaba recibiendo. Ambos se miraron, pero Unai apartó rápidamente la mirada.
- Rheiki, continúa tú, por favor. Necesito salir afuera un momento.
El humano quedó un tanto cohibido y desconcertado, pero el fauno supo cómo disculpar a su amigo.
- No le ocurre nada. Se siente indispuesto por algo que ha comido y no le ha sentado bien... bueno, ya está, las heridas están curadas y tienen pinta de cicatrizar adecuadamente.
- Muchas gracias por todo lo que están haciendo por nosotros. Dijo Daven
Cuando Unai regresó de tomar el aire, el fauno le tomó de la mano y lo abrazó por detrás rodeándolo con sus fuertes brazos. Rheiki deslizó una de sus manos por el cuerpo de su omega y le acarició el vientre. Fue un mensaje muy claro que el Beta captó de inmediato. Daven miró a Unai, pero éste nuevamente apartó la mirada ruborizado.
En el tercero de los escenarios, Unai no pudo más y se derrumbó. Sus emociones se desbordaron hasta el punto de llevarle a un colapso: ver a aquel cervatillo herido y desvalido buscando la protección del centauro, le produjo un sentimiento acompañado de unas lágrimas que no pudo contener. ¿Qué te pasa Unai? se pregunta este narrador desconcertado también por la situación que se le escapa de las manos. ¿Cómo explicar todo esto sin traicionar a la verdad?... puedo asegurar que Unai sintió celos aún sabiendo que aquellos visitantes estaban heridos y necesitaban ayuda. Es cierto eso que dicen que la razón tiene leyes que el corazón no comprende y viceversa. Unai se sentía celoso por no recibir el cariño de su fauno ni el de Andreas y Volthur. Se sentía como un niño celoso con la llegada de un nuevo hermanito a casa al que todos colman de cuidados y mimos.
Salió corriendo y no paró hasta encontrar un lugar apartado donde desahogar sus lágrimas. El recogimiento le duró bien poco, Belver apareció con una grata sorpresa.
- Hermanito, mira a quien te traigo!
A continuación, un torbellino de saltos, lengüetazos, ojos luminosos y coletazos de alegría, envolvieron a Unai hasta hacerle rodar por la hierba... el pastorcillo se encontró con Olof, su amado perro guardían después de varios días sin verse. Belber descubrió al animal que seguramente estuvo siguiendo el rastro de su amigo desde que abandonó la granja.
- Lo encontré cerca del lago olfateando una de tus ropas.
Unai abrazó a su perro labrador color chocolate y encontró el consuelo que anadaba necesitando.
- ¿Qué pasa, Olof? ¿te alegras de verme? (El animal no paraba de gemir y dar vueltas alrededor de Unai. Se detuvo un momento a olfatear el vientre del muchacho) ¿Quien hay aquí dentro, eh? ¿vas a quererlo tanto como yo verdad?
Olof se detuvo un segundo como intentando comprender lo que le estaba diciendo Unai, miró a su amo, para a continuación volver a dar saltos de alegría y lamer el vientre del adolescente que no paraba de reír por las cosquillas que le hacía su fiel amigo.
Belver se sentó junto a su hermanastro y le echó el brazo por encima del hombro.
- ¿Te encuentras bien? ¿Qué haces aquí tan solo, eh?
Unai no dijo nada. Dejó que su cabeza encontrara acomodo en el hombro de su hermano.. pudo ver de cerca una marca púrpura en el cuello del Alfa taponando la vena aorta como un filtro mágico que separa la cabeza del resto del cuerpo.
- Belver, dime la verdad ¿Te sientes bien con nosotros?
El Alfa anestesiado puso cara de extrañeza ante la pregunta de Unai
- Claro que sí, somos como una familia.
- Como una familia, no - se apresuró a corregir Unai - somos una familia.
- Bueno, sí... eso quise decir yo, hermanito. Pero también perteneces, perte.. pertenecemos, tenemos otra familia, no? no sé.. yo no sé cómo explicarlo.
Unai se compadeció de su hermanastro.
- No pasa nada Belver. Lo importante es que te sientas feliz con nosotros.
- Por supuesto que soy feliz y ¿sabes por qué? pues porque estoy a tu lado. Estando junto a ti, me siento el hombre más feliz del mundo, Unai. Siempre fue así desde que éramos pequeños ¿recuerdas? siempre sentí la necesidad de protegerte porque...
- Belver, yo pertenezco ahora a otra persona. No necesito tu protección.
- Sí lo sé, lo sé. Bueno, yo quería decir que un hermano siempre sentirá la necesidad de ayudar y cuidar de su hermano pequeño, no? no sé... Unai ¿puedo pedirte un abrazo? de verdad, lo necesito.
El adolescente cedió a los ruegos de su hermanastro quien guiado por su instinto Alfa besó al muchacho primero en la frente, luego en la mejilla, para a continuación buscar sus labios.
- Belver, por favor!
- ¿Qué pasa? ¿Qué hay de malo en besar a mi hermano?
- No de ese modo!
Unai se incorporó de un saltó y regresó al campamento seguido de Olof y Belver que no cesaba de dar toda clase explicaciones que ni él mismo conseguía entender. En esta ocasión, un vijía que montaba guardia lo observó todo. Volthur no daba crédito a lo que vieron sus ojos.