(Es perfecto. Me gusta porque tanto uno como otro están aprendiendo a acariciarse, donde y cómo tocar al otro hasta que llegue "el momento decisivo" de la inseminación. No olvidemos que se trata de un fauno, por naturaleza, es el dios de la PANsexualidad, la fertilidad y el goce de los sentidos, no elegiste un monje tibetano jajjaja) :)
Tendido en su cama, Unai, oyó un zumbido y al girar la cabeza vio recortarse al contraluz la silueta del fauno en la ventana antes de saltar sobre él. Iba a decir algo pero la criatura del bosque le tapó la boca con una de sus peludas manos. Despojado de las sábanas el cuerpo desnudo del chico lo cubrió el fauno con el suyo proporcionándole calor y protección masculina. Unai separó las piernas para que el contacto fuese más íntimo y vibrante... primero, sintió el aliento del macho cabrío quemándole los labios y, a continuación, el contacto de otros labios que abarcaban por completo los suyos para beberse su respiración. La lengua del fauno, cálida y musculosa buscaba la del sumiso como dos peces remoloneando en la cavidad de un mar de corales. Rheiki mordió tiernamente los carnosos labios de Unai para estimular y saborear las jugosas almohadillas de su boca. El chico gimió, pero enseguida pidió más aferrándose a su Alfa en un fuerte abrazo. Ahora, era el chico quien aprendía a besar, a conocer "otros labios", a fundirse y entregar su alma en los besos pero dejando que fuese el macho quien llevase el control, el dominio y la fuerza con su lengua.
Un riachuelo de saliva aliente se desbordó de la comisura de los labios de Unai y resbaló por su cuello. La atmósfera de la habitación se hizo más densa con los efluvios de almizcle y feromonas masculinas que despedía el cuerpo del fauno. El chico empezaba a embriagarse con la dulce droga del sexo... Hubo un momento en el que la cabeza del omega quedó atrapada entre Los muslos y patas velludas de Rheiki; aquella enorme verga y el par de sólidos y abultados testículos quedaron a la vista del mucho a escasos centímetros de su rostro. El olor era tan deliciosamente excitante para Unai que no pudo resistirse a saborear aquellas enormes bolas repletas de jugo. Las lamió y chupó con suavidad y mucha ternura proporcionando un goce supremo al Alfa. La majestuosa verga del fauno vibraba erecta a escasos centímetros de la boca del chico derramando hilos de fluido transparente que caían directamente sobre los labios del sumiso. Unai saboreaba con deleite ese sabroso néctar masculino. A continuación, sus dos manos abarcaron el perímetro de aquel grueso cilindro de carne , y y retiró con suavidad la piel que cubría el glande... aparecíó una esfera de carne suave y tersa como una manzana, un champiñón grueso y húmedo que palpitaba de placer y respiraba por un agujero que no cesaba de lubricar y dilatarse. Unai lo lamió y acarició dando giros con su lengua para abarcar todo el contorno del glande. Se tranquilizó cuando comprobó que sus labios podían engullir aquel grueso tallo carnoso e introducirlo de pleno en su boca, y tal vez con un poco de práctica, en su garganta. El Macho arqueó su columna vertebral al tiempo que se estrujaba un poco los testículos para expulsar más líquido pre seminal con el fin de que su omega se acostumbrase a sus jugos y esencia.
Unai fue perdiendo poco a poco la consciencia hasta entrar en una especie de sueño. En mitad de una nebulosa, se estremeció con las manos del fauno acariciando su cuerpo, lamiendo su cuello y nalgas... todo su cuerpo quedó impregnado de saliva, sudor y fluidos masculinos.
(Ahora sigo)
Tendido en su cama, Unai, oyó un zumbido y al girar la cabeza vio recortarse al contraluz la silueta del fauno en la ventana antes de saltar sobre él. Iba a decir algo pero la criatura del bosque le tapó la boca con una de sus peludas manos. Despojado de las sábanas el cuerpo desnudo del chico lo cubrió el fauno con el suyo proporcionándole calor y protección masculina. Unai separó las piernas para que el contacto fuese más íntimo y vibrante... primero, sintió el aliento del macho cabrío quemándole los labios y, a continuación, el contacto de otros labios que abarcaban por completo los suyos para beberse su respiración. La lengua del fauno, cálida y musculosa buscaba la del sumiso como dos peces remoloneando en la cavidad de un mar de corales. Rheiki mordió tiernamente los carnosos labios de Unai para estimular y saborear las jugosas almohadillas de su boca. El chico gimió, pero enseguida pidió más aferrándose a su Alfa en un fuerte abrazo. Ahora, era el chico quien aprendía a besar, a conocer "otros labios", a fundirse y entregar su alma en los besos pero dejando que fuese el macho quien llevase el control, el dominio y la fuerza con su lengua.
Un riachuelo de saliva aliente se desbordó de la comisura de los labios de Unai y resbaló por su cuello. La atmósfera de la habitación se hizo más densa con los efluvios de almizcle y feromonas masculinas que despedía el cuerpo del fauno. El chico empezaba a embriagarse con la dulce droga del sexo... Hubo un momento en el que la cabeza del omega quedó atrapada entre Los muslos y patas velludas de Rheiki; aquella enorme verga y el par de sólidos y abultados testículos quedaron a la vista del mucho a escasos centímetros de su rostro. El olor era tan deliciosamente excitante para Unai que no pudo resistirse a saborear aquellas enormes bolas repletas de jugo. Las lamió y chupó con suavidad y mucha ternura proporcionando un goce supremo al Alfa. La majestuosa verga del fauno vibraba erecta a escasos centímetros de la boca del chico derramando hilos de fluido transparente que caían directamente sobre los labios del sumiso. Unai saboreaba con deleite ese sabroso néctar masculino. A continuación, sus dos manos abarcaron el perímetro de aquel grueso cilindro de carne , y y retiró con suavidad la piel que cubría el glande... aparecíó una esfera de carne suave y tersa como una manzana, un champiñón grueso y húmedo que palpitaba de placer y respiraba por un agujero que no cesaba de lubricar y dilatarse. Unai lo lamió y acarició dando giros con su lengua para abarcar todo el contorno del glande. Se tranquilizó cuando comprobó que sus labios podían engullir aquel grueso tallo carnoso e introducirlo de pleno en su boca, y tal vez con un poco de práctica, en su garganta. El Macho arqueó su columna vertebral al tiempo que se estrujaba un poco los testículos para expulsar más líquido pre seminal con el fin de que su omega se acostumbrase a sus jugos y esencia.
Unai fue perdiendo poco a poco la consciencia hasta entrar en una especie de sueño. En mitad de una nebulosa, se estremeció con las manos del fauno acariciando su cuerpo, lamiendo su cuello y nalgas... todo su cuerpo quedó impregnado de saliva, sudor y fluidos masculinos.
(Ahora sigo)