03-28-2017, 11:17 PM
Unai se estremeció cuando el fauno le susurró al oído: "Mío, sólo mío", y es que no se trataba de una posesión forzada sino más bien de una alquimia perfecta de cuerpos y almas, tan natural y espontánea como cuando nos hechiza y embriaga un perfume. El omega se sentía inmensamente feliz entre los fuertes brazos de su amigo, buscaba constantemente su protección y afecto... pero ahora era algo más que un amigo, llevaba en sus entrañas la semillla del ser que más amaba y admiraba en el universo. La hormona del embarazo, la progesetrona, empezaba ya a producir los primeros efectos en el muchacho: además de proporcionarle una belleza más radiante, Unai sentía por Rheiki algo mucho más allá de un perfecto Bromance y una unión mucho más vinculante y sagrada que una simple unión... "Sí, Rheiki, quiero ser tuyo. Pertenecerte sólo a ti, no podría pensar por mucho que lo intentase en nada ni en nadie más que en ti cuando me haces el amor y me follas. Sólo tú como Macho Alfa colmas todos mis deseos y aspiraciones."
El Omega escuchó con verdadero interés la explicación y razonamiento que Rheiki dió a los presentes respecto al poco sentido que tendría una guerra entre uno y otro bando. Era cierto que en los cuatro puntos cardinales de la tierra, humanos y otros seres de bosques, ríos y mares convivían en paz y armonía.. pero no menos cierto era que existían adversarios, rebeldes, fanáticos que bajo la excusa de defender una falsa moral o religión no dudaban en luchar y aniquilar a todos los seres verdaderamente libres que practicaban el amor natural. Halib, el padre de Unai y Belver, era un ejemplo de líder autoritario e intolerante; él admitirá jamás que en sus tierras se estableciesen estas costumbres bárbaras ni se practicase el amor libre.
Halib visitó el templo para consultar a la sacerdotisa quien, después de escupir sangre y fuego varias veces durante el ritual, vaticinó : "El muchacho porta en su vientre la semilla de un dios pagano, de un salvaje... ella también es madre, él desde anoche comienza a ser madre, madre e hijo acunarán entre sus brazos a sus propios hijos...
- ¿Qué significa todo este galimatías? - gritó enfurecido el Señor de las tierras bajas a un escriba encargado de traducir las sentencias de la adivina.
- Mi señor, lo que la vestal dice es que tanto su esposa como su hijo están en gestación desde la pasada noche. Han sido fecundados por los dioses paganos del Bosque.
Los gritos resonaron en las diferentes pasadizos y cuevas del templo, Halib tuvo que ser sujetado por varios monjes para intentar calmar esa furia de cien leones.
- Eso no sucederá. Juro por el honor y la sangre de mi familia y la de todos mis antepasados que eso no sucederá. Yo mismo me encargaré de arrancar esos hijos de sus vientres antes de que nazcan con mis propias manos. ¿Dónde está mi hijo Belver?
Se hizo un silencio en aquella sala del templo.
- Decidme la verdad ¿lo han matado?
- No mi señor. Lo tienen prisionero. Respondió el escriba.
- Mi bien amado e inteligente hijo Belver ¡cuanto me arrepiento ahora por no haberte hecho caso cuando me prevenías contra "la nórdica". Ha sido la mujer más bella y hermosa de cuantas he tenido, la que más he amado y amo, pero también la más rebelde y astuta. Debí entregarte a Unai cuando me lo pediste y destinarlo a tu tutela y protección. Siempre estuviste obsesionado con el pequeño pelirrojo.. te lo entregaré, hijo, te lo entregaré para que sólo tú dispongas de él, para que te sirva y te complazca, y lo uses para tu disfrute.
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Belver tenía raza y coraje, era un Alfa no tan fácil de hacer claudicar ni vencer. Soportó estoicamente que le refregasen los huevos y trasero de Andreas por la cara, escupió y maldijo, pero se derrumbó cuando vio que Una se acaecaba al fauno y consentía que esté le acariciara y palpase su zona más íntima. Sintió cómo una espada le atravesaba el pecho cuando las suaves manos de unai masajeaban la verga del macho cabrío, desenfundaba al glande de la sedosa y oscura piel que lo cubría y, a continuación, comenzaba a a hacerle una profunda e intensa mamada. Unai miraba a su hermanastro y comprobaba como éste sufría sin poder controlar aquella fuerte erección que se apreciaba bajo la túnica.
Cuando el fauno introdujo su musculosa lengua en el ardiente ojete de Unai, el omega comenzó a gemir y a retorcerse de gusto incapaz de controlar su excitación. Unai, se derretía de placer: sus mejillas enrojecidas, los ojos brillantes y los labios temblorosos no dejan lugar a dudas de que era multiorgásmico. Belver, apenas podía contener las lágrimas de rabia.. siempre soñó con poseer al chico pelirrojo, siempre pensó que estaba destinado a él. Contemplar aquella escena era un castigo y una humillación difícil de soportar y de olvidar.
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Estaba claro que los habitantes de las tierras bajas al mando de Halib y las criaturas mitológicas de los montes y bosques no pasaban por un buen entendimiento. Rheiki como Macho alfa de la manada decidió buscar un lugar más seguro y resguardado en el bosque. Unai sentía deseos de construirle a su amigo y amante una buena y acogedora cabaña de adobe y ramas. Montar un horno da barro y piedra para cocinar el pan y asar la carne. Un buen techo para refugiarse del frío y la lluvia mientras ambos permanecían calentitos en la cama. Unai había aprendido muchas cosas de su madre en lo concerniente a crear un cálido y acogedor hogar ya que las mujeres nòrdicas eran expertas en estas artes, en mantener sus antorchas encendidas durante toda la noche para que los barcos vikingos volviesen al amparo de sus puertos.
El Omega escuchó con verdadero interés la explicación y razonamiento que Rheiki dió a los presentes respecto al poco sentido que tendría una guerra entre uno y otro bando. Era cierto que en los cuatro puntos cardinales de la tierra, humanos y otros seres de bosques, ríos y mares convivían en paz y armonía.. pero no menos cierto era que existían adversarios, rebeldes, fanáticos que bajo la excusa de defender una falsa moral o religión no dudaban en luchar y aniquilar a todos los seres verdaderamente libres que practicaban el amor natural. Halib, el padre de Unai y Belver, era un ejemplo de líder autoritario e intolerante; él admitirá jamás que en sus tierras se estableciesen estas costumbres bárbaras ni se practicase el amor libre.
Halib visitó el templo para consultar a la sacerdotisa quien, después de escupir sangre y fuego varias veces durante el ritual, vaticinó : "El muchacho porta en su vientre la semilla de un dios pagano, de un salvaje... ella también es madre, él desde anoche comienza a ser madre, madre e hijo acunarán entre sus brazos a sus propios hijos...
- ¿Qué significa todo este galimatías? - gritó enfurecido el Señor de las tierras bajas a un escriba encargado de traducir las sentencias de la adivina.
- Mi señor, lo que la vestal dice es que tanto su esposa como su hijo están en gestación desde la pasada noche. Han sido fecundados por los dioses paganos del Bosque.
Los gritos resonaron en las diferentes pasadizos y cuevas del templo, Halib tuvo que ser sujetado por varios monjes para intentar calmar esa furia de cien leones.
- Eso no sucederá. Juro por el honor y la sangre de mi familia y la de todos mis antepasados que eso no sucederá. Yo mismo me encargaré de arrancar esos hijos de sus vientres antes de que nazcan con mis propias manos. ¿Dónde está mi hijo Belver?
Se hizo un silencio en aquella sala del templo.
- Decidme la verdad ¿lo han matado?
- No mi señor. Lo tienen prisionero. Respondió el escriba.
- Mi bien amado e inteligente hijo Belver ¡cuanto me arrepiento ahora por no haberte hecho caso cuando me prevenías contra "la nórdica". Ha sido la mujer más bella y hermosa de cuantas he tenido, la que más he amado y amo, pero también la más rebelde y astuta. Debí entregarte a Unai cuando me lo pediste y destinarlo a tu tutela y protección. Siempre estuviste obsesionado con el pequeño pelirrojo.. te lo entregaré, hijo, te lo entregaré para que sólo tú dispongas de él, para que te sirva y te complazca, y lo uses para tu disfrute.
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Belver tenía raza y coraje, era un Alfa no tan fácil de hacer claudicar ni vencer. Soportó estoicamente que le refregasen los huevos y trasero de Andreas por la cara, escupió y maldijo, pero se derrumbó cuando vio que Una se acaecaba al fauno y consentía que esté le acariciara y palpase su zona más íntima. Sintió cómo una espada le atravesaba el pecho cuando las suaves manos de unai masajeaban la verga del macho cabrío, desenfundaba al glande de la sedosa y oscura piel que lo cubría y, a continuación, comenzaba a a hacerle una profunda e intensa mamada. Unai miraba a su hermanastro y comprobaba como éste sufría sin poder controlar aquella fuerte erección que se apreciaba bajo la túnica.
Cuando el fauno introdujo su musculosa lengua en el ardiente ojete de Unai, el omega comenzó a gemir y a retorcerse de gusto incapaz de controlar su excitación. Unai, se derretía de placer: sus mejillas enrojecidas, los ojos brillantes y los labios temblorosos no dejan lugar a dudas de que era multiorgásmico. Belver, apenas podía contener las lágrimas de rabia.. siempre soñó con poseer al chico pelirrojo, siempre pensó que estaba destinado a él. Contemplar aquella escena era un castigo y una humillación difícil de soportar y de olvidar.
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Estaba claro que los habitantes de las tierras bajas al mando de Halib y las criaturas mitológicas de los montes y bosques no pasaban por un buen entendimiento. Rheiki como Macho alfa de la manada decidió buscar un lugar más seguro y resguardado en el bosque. Unai sentía deseos de construirle a su amigo y amante una buena y acogedora cabaña de adobe y ramas. Montar un horno da barro y piedra para cocinar el pan y asar la carne. Un buen techo para refugiarse del frío y la lluvia mientras ambos permanecían calentitos en la cama. Unai había aprendido muchas cosas de su madre en lo concerniente a crear un cálido y acogedor hogar ya que las mujeres nòrdicas eran expertas en estas artes, en mantener sus antorchas encendidas durante toda la noche para que los barcos vikingos volviesen al amparo de sus puertos.