(Perdóname hoy he estado un poco nervioso y confuso con la energía omega algo dispersa. :( Si, claro... puedes incluir todos los personajes que te apetezcan. Confío totalmente en tu talento para incorporar criaturas mitológicas o antropomórficas. Me fascinan. Respecto a Belver me gusta la idea de encontrarle una pareja femenina. Genial lo de incluir mujeres alfa. Mi Fauno, lo importante es que la trama y el escenario te resulte atractivos y seductores. Me encanta corretear a tu lado, Bro ) :D
La jornada de caza constituyó un verdadero acierto porque sirvió para estrechar lazos y consolidar el trabajo en equipo: Rheiki era un magnífico oteador en lo concerniente a seguir el rastro oloroso y huellas de animales, belver, ligero como un puma analizaba los claros del bosque y establecía la estrategia más adecuada para el ataque y, Unai, en la retaguardia con su arco y flechas remataba la jugada con acierto tras seguir las órdenes e indicaciones de sus compañeros. El sumiso se alegró mucho al comprobar que el cambio de actitud en su hermanastro era natural y sincero, mucho más si cabe, cuando aceptó sin rechistar la jerarquía natural de la manada aceptando a Rheiki como macho Alfa. Belver de veintiún años, cabello castaño claro y ojos del mismo color, era un palmo más alto que su hermanastro. Atlético y de buena complexión física, siempre buscó la manera de proteger a su hermano desde que lo tuvo recién nacido por primera vez en sus brazos. Halib, padre de ambos muchachos aunque nacidos de distintas madres le hizo una promesa al oído de Belver que marcaría para toda la vida a su primogénito. "Es el designio de los Dioses, dijo Halib a Belver de cuatro años mientras sostenía a su hermano recién nacido en sus brazos, no olvides nunca lo que te he dicho al oído". Aunque el niño de cabellera pelirroja- dorada, de piel tan blanca y sonrosada y con aquellos ojos de un azul luminoso, siempre despertó su atención y posesión. Unai siempre fue el capricho de Belver, ese oscuro fetiche contra el cual no se puede luchar ni vencer.
Pero ahora, una vez liberado de esa terrible carga que es el deseo incontrolado, Belver disfrutaba de la compañía masculina del adolescente y era feliz por ello. Bien es cierto, que se ponía terriblemente celoso cuando veía a Rheiki abrazar o hacer carantoñas a su chico, entonces bajaba la cabeza o miraba hacia otro lado. Unai como buen omega - son excelentes mediadores y curadores - iba en busca de su hermanastro y le tomaba de la mano para que no se sintiera desplazado del grupo. Belver reaccionaba contento echando el brazo por encima de su hermano menor. Cuando despellejaron las piezas de caza y las evisceraron, Unai sintió náuseas y mareos... Belver fur e su busca.
- Qué te sucede, muchachito? ¿te encuentras mal? (Unai se apartó un poco para vomitar) has visto esto desde crío en casa.. muchas ovejas, terneros y cerdos han sido sacrificados ante tu vista.
Belver decía la verdad, pero ahora era distinto. Aquel olor que emanaba de las vísceras de las piezas de caza le provocó una sensación diferente y extraña. Se palpó el vientre y fue como si un diminuto ser le hablara desde el interior. Una ternura infinita partía de aquel lugar entre sus ingles y anegaba el resto de su cuerpo como una ola. Su vientre aún plano y tenso, comenzaba a ser fértil y vulnerable... comenzaba a ceder y a procurar espacio para una nueva vida.
Belver dejó el cuchillo ensangrentado sobre la hierba y fue en busca del adolescente.
- Vamos, chico. Algo te habrá sentado mal. Te haré una infusión de poleo y diente de león que calmarán de inmediato esas náuseas. Te has matado corriendo en busca de ese ciervo.
- No, no es eso Belver. (Señalando su vientre) Creo que se trata de otra cosa.
El Alfa drogado y hechizado aún por la leche de amapolas era obvio que no recordaba nada. Su rostro empalideció y no supo reaccionar. No dijo palabra.
¿Y Rheiki? ¿Pensáis que me olvido de él y que lo mantengo apartado? Nooooooo, absolutamente No! Unai no apartaba sus ojos de los de su Alfa. No podía saber qué pensaba ni qué sentía su macho en esos momentos, pero le amó con más intensidad aún cuando vio que aquel gigante se alegraba en parte por la reconciliación de los dos humanos, pero por otra parte, vigilaba cualquier gesto extraño porque no se fiaba del todo de Belver. Unai, de manera instintiva y natural corrió a refugiarse en el regazo del fauno. Necesitaba el contacto de sus fuertes brazos, el suave tacto de sus peludas patas, el energía que emitían las antenas de su cornamenta y, sobre todo, su olor, ese olor masculino que le tranquilizaba como un polluelo en un nido.
- Belver, ven acá tío - dijo Rheiki llamando por primera vez al hermanastro sin tono despectivo. - Soy tu alfa ahora. El alfa de esta manada, así que te pediré algo. Posa tu nariz en mi culo y disfruta mi aroma - El nuevo miembro se sintió intimidado al principio, pero tras las dulces caricias y palabras de su hermano menor aceptó, agachándose y disfrutando la marca del dominante mientras éste seguía acunando a su cabrito. - Buen chico - concluyó.
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En el trayecto hacia Río de Lágrimas, Unai quiso recuperar una de sus flechas que quedó profundamente en la corteza de un gran árbol. Empleó todas sus fuerzas ayudándose de sus piernas pero no obtuvo ningún resultado a su esfuerzo. Sus compañeros iban unos metros por delante y su orgullo masculino le impidió pedir ayuda... jaló con más fuerza de la flecha pero nuevamente fue inutil todo esfuerzo. De repente, le pareció escuchar una risa extraña, no humana, oculta entre la maleza. Miró por todas partes y no encontró a nadie. Y luego, como si de un susurro del vientro entre las hojas:" Unaiiiiiiiiiiiiii, veeeeen otro dia a recuperar tu flechaaaaaa"
- ¿Quién eres? dijo el muchacho
"veeeeeeeeeeen cuando estés soloooooooooooooooo"
Unai sintió un escalofrío porque aquella voz no provenía de un ser humano, parecía de alguien diminuto y travieso como una ardilla, una lechuza o tal vez, un elfo.
- Bah, no pasa nada. Sólo se trata de una flecha.
"Una flechaaaaaaaa que dio en su dianaaaaaa. Debes sanar esa heridaaaaaaaa"
- ¿Quién demonio eres? no te tengo miedo, no me asustas, vale?
"Lo que te asussssstaaaa es no sssssaber la respuestaaaaaaaaaaaaa"
Unai corrió a reunirse con sus compañeros. Prefirió no decir nada. Al fin y al cabo sólo se trataba de un flecha perdida.
Aquel lugar como ya quedó descrito, por ahora, maravilló a los tres visitantes que disfrutaron nadando y jugueteando bajo las cascadas. Bajo una de ellas, el muchacho buscó conexión con su Alfa, un modo de disfrutar espiritualmente de la belleza de aquel entorno.. Tu piel junto a mi piel, no hay mejor lenguaje. Pero Unai necesitaba fundirse carnalmente con su macho, tomó la verga del fauno y la introdujo en su interior para mantenerla húmeda y caliente en sus entrañas. Sólo buscaban eso: sentirse unidos, dejándose llevar por las palpitaciones y contracciones que Unai transmitía como un código Morse sobre la verga del Macho cabrío. Abrazados y mirándose a los ojos disfrutaron de esa intimidad que más que lujuria, tenía el tacto vaporoso de un sueño.
(El tema musical que ya conocía me abrió los ojos, y me gustó más que antes)
La jornada de caza constituyó un verdadero acierto porque sirvió para estrechar lazos y consolidar el trabajo en equipo: Rheiki era un magnífico oteador en lo concerniente a seguir el rastro oloroso y huellas de animales, belver, ligero como un puma analizaba los claros del bosque y establecía la estrategia más adecuada para el ataque y, Unai, en la retaguardia con su arco y flechas remataba la jugada con acierto tras seguir las órdenes e indicaciones de sus compañeros. El sumiso se alegró mucho al comprobar que el cambio de actitud en su hermanastro era natural y sincero, mucho más si cabe, cuando aceptó sin rechistar la jerarquía natural de la manada aceptando a Rheiki como macho Alfa. Belver de veintiún años, cabello castaño claro y ojos del mismo color, era un palmo más alto que su hermanastro. Atlético y de buena complexión física, siempre buscó la manera de proteger a su hermano desde que lo tuvo recién nacido por primera vez en sus brazos. Halib, padre de ambos muchachos aunque nacidos de distintas madres le hizo una promesa al oído de Belver que marcaría para toda la vida a su primogénito. "Es el designio de los Dioses, dijo Halib a Belver de cuatro años mientras sostenía a su hermano recién nacido en sus brazos, no olvides nunca lo que te he dicho al oído". Aunque el niño de cabellera pelirroja- dorada, de piel tan blanca y sonrosada y con aquellos ojos de un azul luminoso, siempre despertó su atención y posesión. Unai siempre fue el capricho de Belver, ese oscuro fetiche contra el cual no se puede luchar ni vencer.
Pero ahora, una vez liberado de esa terrible carga que es el deseo incontrolado, Belver disfrutaba de la compañía masculina del adolescente y era feliz por ello. Bien es cierto, que se ponía terriblemente celoso cuando veía a Rheiki abrazar o hacer carantoñas a su chico, entonces bajaba la cabeza o miraba hacia otro lado. Unai como buen omega - son excelentes mediadores y curadores - iba en busca de su hermanastro y le tomaba de la mano para que no se sintiera desplazado del grupo. Belver reaccionaba contento echando el brazo por encima de su hermano menor. Cuando despellejaron las piezas de caza y las evisceraron, Unai sintió náuseas y mareos... Belver fur e su busca.
- Qué te sucede, muchachito? ¿te encuentras mal? (Unai se apartó un poco para vomitar) has visto esto desde crío en casa.. muchas ovejas, terneros y cerdos han sido sacrificados ante tu vista.
Belver decía la verdad, pero ahora era distinto. Aquel olor que emanaba de las vísceras de las piezas de caza le provocó una sensación diferente y extraña. Se palpó el vientre y fue como si un diminuto ser le hablara desde el interior. Una ternura infinita partía de aquel lugar entre sus ingles y anegaba el resto de su cuerpo como una ola. Su vientre aún plano y tenso, comenzaba a ser fértil y vulnerable... comenzaba a ceder y a procurar espacio para una nueva vida.
Belver dejó el cuchillo ensangrentado sobre la hierba y fue en busca del adolescente.
- Vamos, chico. Algo te habrá sentado mal. Te haré una infusión de poleo y diente de león que calmarán de inmediato esas náuseas. Te has matado corriendo en busca de ese ciervo.
- No, no es eso Belver. (Señalando su vientre) Creo que se trata de otra cosa.
El Alfa drogado y hechizado aún por la leche de amapolas era obvio que no recordaba nada. Su rostro empalideció y no supo reaccionar. No dijo palabra.
¿Y Rheiki? ¿Pensáis que me olvido de él y que lo mantengo apartado? Nooooooo, absolutamente No! Unai no apartaba sus ojos de los de su Alfa. No podía saber qué pensaba ni qué sentía su macho en esos momentos, pero le amó con más intensidad aún cuando vio que aquel gigante se alegraba en parte por la reconciliación de los dos humanos, pero por otra parte, vigilaba cualquier gesto extraño porque no se fiaba del todo de Belver. Unai, de manera instintiva y natural corrió a refugiarse en el regazo del fauno. Necesitaba el contacto de sus fuertes brazos, el suave tacto de sus peludas patas, el energía que emitían las antenas de su cornamenta y, sobre todo, su olor, ese olor masculino que le tranquilizaba como un polluelo en un nido.
- Belver, ven acá tío - dijo Rheiki llamando por primera vez al hermanastro sin tono despectivo. - Soy tu alfa ahora. El alfa de esta manada, así que te pediré algo. Posa tu nariz en mi culo y disfruta mi aroma - El nuevo miembro se sintió intimidado al principio, pero tras las dulces caricias y palabras de su hermano menor aceptó, agachándose y disfrutando la marca del dominante mientras éste seguía acunando a su cabrito. - Buen chico - concluyó.
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En el trayecto hacia Río de Lágrimas, Unai quiso recuperar una de sus flechas que quedó profundamente en la corteza de un gran árbol. Empleó todas sus fuerzas ayudándose de sus piernas pero no obtuvo ningún resultado a su esfuerzo. Sus compañeros iban unos metros por delante y su orgullo masculino le impidió pedir ayuda... jaló con más fuerza de la flecha pero nuevamente fue inutil todo esfuerzo. De repente, le pareció escuchar una risa extraña, no humana, oculta entre la maleza. Miró por todas partes y no encontró a nadie. Y luego, como si de un susurro del vientro entre las hojas:" Unaiiiiiiiiiiiiii, veeeeen otro dia a recuperar tu flechaaaaaa"
- ¿Quién eres? dijo el muchacho
"veeeeeeeeeeen cuando estés soloooooooooooooooo"
Unai sintió un escalofrío porque aquella voz no provenía de un ser humano, parecía de alguien diminuto y travieso como una ardilla, una lechuza o tal vez, un elfo.
- Bah, no pasa nada. Sólo se trata de una flecha.
"Una flechaaaaaaaa que dio en su dianaaaaaa. Debes sanar esa heridaaaaaaaa"
- ¿Quién demonio eres? no te tengo miedo, no me asustas, vale?
"Lo que te asussssstaaaa es no sssssaber la respuestaaaaaaaaaaaaa"
Unai corrió a reunirse con sus compañeros. Prefirió no decir nada. Al fin y al cabo sólo se trataba de un flecha perdida.
Aquel lugar como ya quedó descrito, por ahora, maravilló a los tres visitantes que disfrutaron nadando y jugueteando bajo las cascadas. Bajo una de ellas, el muchacho buscó conexión con su Alfa, un modo de disfrutar espiritualmente de la belleza de aquel entorno.. Tu piel junto a mi piel, no hay mejor lenguaje. Pero Unai necesitaba fundirse carnalmente con su macho, tomó la verga del fauno y la introdujo en su interior para mantenerla húmeda y caliente en sus entrañas. Sólo buscaban eso: sentirse unidos, dejándose llevar por las palpitaciones y contracciones que Unai transmitía como un código Morse sobre la verga del Macho cabrío. Abrazados y mirándose a los ojos disfrutaron de esa intimidad que más que lujuria, tenía el tacto vaporoso de un sueño.
(El tema musical que ya conocía me abrió los ojos, y me gustó más que antes)